La inclusión de la mujer en la industria del cine español es aún una asignatura pendiente. Aunque cada vez son más los nombres femeninos que se hacen sonar entre las directoras, aún queda mucho camino por recorrer para lograr la igualdad en el sector del séptimo arte patrio. Sin ir más lejos, en cada edición de los Premios Goya de hace un tiempo a esta parte no falta la reivindicación por la paridad de oportunidades, pues la presencia de las mujeres sigue siendo inferior a la de los hombres.
Esto no se debe, en absoluto, a una cuestión de talento. Prueba de ello son todas esas mujeres que demuestran con la dirección de sus proyectos que el talento en el cine, como en ningún otro sector, depende del género. Si bien son ya varias las mujeres que han desfilado por la alfombra roja del cine español, como nominadas e incluso alzándose algunas con el título de ganadora de un Goya, aún queda mucho talento en la sombra que o no le ha llegado la oportunidad, o está siendo descubierto.
Directoras como Icíar Bollaín, Isabel Coixet o Pilar Miró, entre otras, consideradas ya veteranas en este ámbito, han abierto camino a todas esas mujeres nóveles que quieren demostrar que las mujeres también saben contar historias, y que lo hacen muy bien. Arantxa Echevarría, Carla Simón o Belén Funes han sido algunas de las galardonadas en las últimas ediciones de los Premios Goya, pero no son las únicas que se han aventurado a contar su historia. Por ello, en Hoy Magazine queremos rendir un pequeño homenaje a algunas de esas directoras que luchan por hacerse un hueco en la industria y que aún no han conseguido hacerse con el reconocimiento de la Academia, aunque no por ello están exentas del talento y calidad que sus obras atestiguan por sí mismas.
Una de las promesas del cine español es Elena Martín i Gimeno (1992), actriz y directora catalana que pone rostro a una generación venidera de talento cinematográfico. Elena fue actriz protagonista de Las amigas de Ágata, y tras este debut en la gran pantalla se aventuró con la que es su ópera prima como directora, Júlia Ist (2017), donde ella misma interpreta a la protagonista y que consiguió hacerse con la Biznaga de Plata a la mejor dirección en el Festival de Málaga.
Nominada a la categoría de Mejor director novel en los Premios Goya de 2018 por su primer largometraje, Ana de día, Andrea Jaurrieta (1986) es otra de esas mujeres que resuenan a futuro. A este largometraje le precedieron varios cortos dirigido por esta cineasta natural de Pamplona, que también se dedica a la actuación y a la docencia relacionada con este mundo. El galardón de ese año, sin embargo, fue conseguido por Arantxa Echevarría, otra mujer que debutaba en esta sección con Carmen y Lola, una película que no dejó indiferente a nadie.
Paula Ortiz (1979) es directora, guionista y productora. Su nombre empezó a sonar en 2011 con la nominación a Mejor director novel por su largometraje De tu ventana a la mía, aunque fue su película La Novia (2015), una adaptación de Bodas de Sangre de Lorca, lo que la terminó de consolidar como estrella del sector. Esta directora es, además, una activa luchadora por la reivindicación de la presencia y reconocimiento de la mujer en el cine, siendo miembro de la CIMA (Asamblea de Mujeres Cineastas de España) y de la EWA Network (European Women Audiovisual Network).
La directora de La inocencia (2019), Lucía Alemany (1985) también contaba con experiencia previa en dirección de cortos, pero llegó a sonar en la gala de los Goya de 2020 gracias a este primer largometraje protagonizado por Carmen Arrufat. Esta película se suma a la corriente que, de un tiempo a esta parte, parece llegar con fuerza nuestro cine, basándose en experiencias autobiográficas de los guionistas y directores de la propia película.
Entre los últimos estrenos resuena la película Las niñas (2020), el primera largometraje de la cineasta y directora zaragozana Pilar Palomero (1980). Como la mayoría de sus compañeras, Pilar ya había experimentado con la dirección de cortometrajes, aventurándose ahora a los largos con esta película que retrata de forma bella el salto a la madurez de una niña que estudia en un colegio de monjas. Basada, también, en parte de la vida de la directora, esta película postula como una de las promesas de nuestro cine, consolidando en él el nombre de Pilar Palomero.