La necesidad de crear historias y plasmarlas en una película es algo cada vez más frecuente, pero llevar a cabo todo ese proceso es algo duro y costoso. Las inquietudes de jóvenes (y no tan jóvenes) realizadores a veces se ven truncadas por un sistema comercial que no hace más que poner trabas a la expresión de un arte que solo busca oportunidades. Repasemos qué problemas trata de superar el cine independiente en España y si algún día podrá competir junto al cine comercial.
El primer problema que encontramos es el presupuesto. Si bien es cierto que el cine independiente sabe aprovechar al máximo sus escasos recursos, es necesario un mínimo de financiación. Una producción exige gastos de rodaje, de edición, de equipo técnico, de guion o de postproducción, por dar algún ejemplo. El apoyo estatal destina muy poco dinero a la cultura y, lo poco que llega al cine, la mayoría va destinado a productoras potentes capaces de recuperar esa inversión. No basta con tener una idea y las ganas para llevarla a cabo, también se necesitan los medios para realizarla, una ayuda que salve la posible película.
Pero no solo encontramos el problema de la financiación, sino que ahora toca vender la película, toca buscar un espacio para que la gente la vea. Distribuir cine independiente es muy difícil porque no se sabe si esa película cumplirá con ciertas expectativas, casi siempre económicas. Muchos cines no se arriesgan a tener en cartelera un filme que no aporte un beneficio. Un lugar que puede servir de ventana al mundo es internet, pero la esencia del cine se pierde por completo.
En relación con el problema anterior surge un nuevo escollo, ¿la gente quiere ver cine independiente? En general el público busca ver el cine comercial, el que se anuncia en televisión y radio. Busca la opción fácil y la que todo el mundo recomienda. Por ello, es necesario educar y concienciar a la gente de que a veces las buenas películas, las que tienen un mensaje importante, son las que a veces surgen de gente nueva, de gente que empieza en esto.
Obviamente la gente quiere ver a los actores de moda, a la gente que está asentada en el cine. La gente quiere ver películas de los gigantes del cine actual, nombres como Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar, Álex de la Iglesia o incluso Santiago Segura. Nombres que suscitan interés y expectativas cuando sacan nueva película. Pocos quieren ver cine nuevo o descubrir gente nueva, aunque tengan muchísimo talento. Es triste, pero es así.
Y no será porque falte calidad. Hay muchos ejemplos de cine independiente maravillosos. Por ejemplo: Gente en sitios (2013) de Juan Cavestany, La llamada (2017) de Javier Ambrossi y Javier Calvo, Mapa (2012) de Elías León Siminiani, Los ilusos (2013) de Jonás Trueba o La plaga (2013) de Neus Ballús. Imposible nombrar todas las películas que merecen la pena y proceden del cine independiente. Te invitamos que a que investigues y descubras todas estas joyas.
Hay que darle una oportunidad al cine independiente, solo así nuestra cultura reivindicará el sitio que se merece.
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