El final de los días de vacaciones marca el regreso a la rutina laboral para millones de personas y en este septiembre del 2021, además, el retorno a la oficina y el reencuentro con nuestros compañeros tras casi un año de teletrabajo. Si a la ecuación le sumamos que aún debemos llevar mascarilla al estar en espacios cerrados, la fórmula se complica un poco. Porque, aunque tengamos muchos meses de práctica a nuestras espaldas, comunicarnos con mayor o menor éxito mientras usamos mascarilla sigue suponiendo un cierto reto y depende, entre otras cosas de lo hábiles que seamos empleando nuestro lenguaje no verbal en las interacciones laborales y sociales cotidianas.
Como señalan desde el equipo de ifeel, la plataforma de apoyo psicológico para individuos y organizaciones: “Lo primero es recordar que la razón de ser de la comunicación es establecer contacto con otro individuo, de manera eficaz, para intercambiar mensajes. Para ello manejamos códigos y adaptamos nuestro lenguaje verbal y no verbal para conseguir eficacia en la transmisión y comprensión de los mensajes. La comunicación con mascarilla requiere poner esfuerzo y habilidad para aprovechar al máximo los aspectos no verbales y que puedan suplir el no ver la cara completa de nuestro interlocutor. También requiere paciencia, tanto con nosotros mismos como con el otro a la hora de transmitir y captar un determinado mensaje”.
Para lograrlo, ifeel dan seis factores que debemos tener en cuenta como punto de partida:
Aunque gran parte de nuestra cara esté cubierta por una mascarilla, seguimos siendo mucho más visibles para los demás de lo que podemos creer. Por tanto, aunque por inercia acentuemos más que antes los movimientos de los ojos, cejas y frente, con el objetivo de comunicarnos mejor, debemos ajustarnos siempre a la situación para no enviar mensajes extraños o contradictorios o que no puedan ser entendidos por nuestros interlocutores. Por tanto, es muy importante tomar consciencia de nuestra expresión facial.
Las manos, la posición de las piernas al estar sentados o la inclinación del cuello y torso, son complementos del lenguaje no verbal en nuestras interacciones. Esto implica ser conscientes de nuestra postura y posición respecto al interlocutor a la hora de trasladar un mensaje o compartir una conversación.
Adaptar nuestra voz para apuntalar lo que dicen nuestras palabras: el tono, la velocidad, la pronunciación y el volumen que empleamos al hablar pueden boicotear la transmisión de mensajes o contribuir enormemente a su correcta comprensión. Siempre que no haya otros ruidos ambientales externos, la mascarilla no distorsiona tanto la calidad ni el volumen del sonido con el que hablamos, de modo que el mensaje principal siempre acaba transmitiéndose
Recordar que en la comunicación no verbal también se incluyen los sonidos no articulados que emitimos, es decir, aquellos que no tienen forma de palabras pero que contienen importantes mensajes: risa, resoplidos, carraspeos, exclamaciones, sonidos que denotan duda, aprobación, incomodidad, duda, aburrimiento… La mascarilla no impide que emitamos ninguno de ellos, son bastante espontáneos y, correctamente utilizados, pueden servir más que nunca como un complemento no verbal a nuestras palabras.
Aunque debamos hacerlo con carácter general para comunicarnos lo mejor posible, mientras seguimos utilizando mascarilla debemos maximizar la coherencia, la claridad y la concisión de lo que decimos para que la comprensión resulte menos costosa. Esto es especialmente importante en el trabajo, donde puede que estemos tratando un tema delicado que la persona con la que hablamos necesita entender bien y no siempre tenemos la confianza suficiente entre interlocutores como para echar mano de otros recursos comunicativos.
Aunque a veces nos ponga nerviosos tener que manipular nuestra manera de comunicarnos para adaptar la interacción al uso de la mascarilla, no debemos perder de vista las ventajas que nos ofrece. Por ejemplo, no se ve tanto si nos ruborizamos, si bostezamos o si tragamos saliva, lo cual puede ser muy útil en una reunión aburrida o en un momento de tensión. Además, con la mascarilla podemos seguir sonriendo y percibiendo la sonrisa de los demás, entre otros gestos que no desaparecen y, si nos fijamos, descubriremos que podemos seguir percibiéndolos con bastante claridad.
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