El ser humano es libre por naturaleza. A nadie le gusta estar en una jaula. Y menos sentirse dentro de una de ellas. Nos gusta salir. Disfrutar de nuestra libertad. Y, sobre todo, hacerlo cuando queramos.
Solo falta que alguien nos diga que no se puede hacer una cosa para que de repente, no podamos dejar de hacerla. Nos gustan los retos. Pero, sin duda el reto más grande al que tuvimos que hacer frente fue la COVID-19.
Nadie se esperaba una crisis como esta. No fue fácil. De repente, nuestra vida cambió 180 grados. Ya no teníamos esa libertad que tanto disfrutábamos. Y costó. En los momentos más duros de la crisis, psicólogos y psiquiatras empezaron a atender numerosos pacientes angustiados por la situación.
El confinamiento dejó una huella en la salud mental de la población. Y ahora después de haber pasado por esta situación, ha llegado algo peor, el miedo. Ahora, la nueva normalidad, marcada por los rebrotes, ha provocado que muchos pacientes acudan a las consultas de profesionales por ansiedad y angustia.
«El confinamiento dejó una huella en la salud mental de la población. Y ahora después de haber pasado por esta situación, ha llegado algo peor, el miedo»
El miedo a un nuevo confinamiento es cada vez más evidente. Los mismos problemas que inundaron el aire durante el primer confinamiento resurgen ante el pánico de que se vuelva a repetir la misma situación.
Los expertos confían en que si fuera necesario otro encerramiento la población estaría preparada. «Nunca podemos estar preparados para hacer frente a una crisis. Pero cuando llega, no queda otra que lidiar con ello», comenta Pedro Rodríguez, psicólogo clínico y miembro de la junta del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
Las personas somos más fuertes de lo que creemos. Ante una nueva crisis podríamos readaptarnos otra vez a la situación y volver a pasar por otro confinamiento. La mayoría de las personas entenderían que hay muchas vidas en juego. Ya hemos visto el daño que puede provocar este virus.
«Nunca podemos estar preparados para hacer frente a una crisis. Pero cuando llega, no queda otra que lidiar con ello»
Además, jugamos con ventaja. Al haber vivido un confinamiento previo ya sabemos cómo gestionar este tipo de situaciones. La clave es recordar que no estamos solos. No solo es un problema individual, sino también colectivo. Hay que tener en cuenta que las acciones de cada uno repercuten en los demás.
De este modo, si se produjese un nuevo confinamiento estaríamos preparados. Tendríamos las herramientas para poder hacer frente de nuevo al problema y no cometer viejos errores. Sabemos cómo somos. Por ello, es imprescindible no recaer en viejos hábitos tóxicos que no contribuyeron a sobrellevar la situación.