La actriz Cristina Castaño, tras su paso por el Festival de Mérida el verano pasado, hace una parada en Madrid del 21 al 25 de junio para representar la historia de «Clitemnestra», un personaje algo más desconocido de los relatos de la Antigua Grecia y que, como dice la actriz, «con esta obra, se va a limpiar su imagen».
La artista, natural de Lugo, se presentó ante los espectadores de la televisión gallega con la serie «Pratos combinados», y su popularidad la alcanzó con su papel de Lydia Celada en «Al salir de clase», para representar posteriormente a Judith Becker en «La que se avecina». Tras su paso también por los escenarios con obras y musicales como «Fama», «La Llamada» o «Cabaret», Castaño se adentra en el Teatro Bellas Artes de Madrid para interpretar «Clitemnestra», una versión original de José María del Castillo sobre la mujer de Agamenón, en una propuesta de Coribante Producciones.
Hablamos con Cristina Castaño para acercarnos a la figura de Clitemnestra y también para compartir con ella algunos recuerdos de su paso por el mundo de la interpretación.
Te enfrentas a un texto trágico griego, con una mujer como protagonista. No debe ser fácil…
Yo creo que las tragedias griegas no son fáciles por la implicación que requieren a nivel emocional y a nivel expresivo, y es verdad que esta mujer ha pasado por cosas muy dolorosas, por la muerte de dos hijos, asesinados por un mismo hombre, que fue su marido, Agamenón. Por este tipo de cosas, me encanta hacer esta función, porque Agamenón pasó como el mejor guerrero de toda Grecia, pero nadie contó que asesinó a dos hijos de su propia mujer y, sin embargo, ella pasa por pérfida por matarle a él, y por asesina, aunque él también era un poquito bárbaro.
Conocemos poco acerca de la historia de Clitemnestra…
Yo conocía los grandes personajes, que han sido escritos, y que tienen nombre propio, como Antígona, Medea… Pero hay otros que no sabes su historia y, para mí, la sorpresa fue darme cuenta, leyendo, que Clitemnestra es la madre de Electra, y yo había ido al teatro a ver a Electra, y tú empatizas con Electra, no empatizas con la madre, porque la historia está contada desde su punto de vista, y ahora entiendes perfectamente el otro prisma, y la historia es según quien la cuente y cómo la cuente, y así llega al espectador. La historia no es algo objetivo, es algo totalmente subjetivo y parcial. También me hace dudar un poco de quién cuenta la historia.
¿Encuentras en Clitemnestra algún sentimiento personal?
No es un tema fácil, pero sí es verdad que me toca de lleno, porque es verdad que soy mujer y que soy una mujer con carácter, fuerte e independiente. Por supuesto que he tenido que pasar por habladurías y comentarios, por sentirme juzgada por cosas que he podido hacer o decir, y que si esas cosas las hubiese hecho un hombre, pues no hubiera pasado nada. Un hombre con carácter nunca es criticado, pero una mujer con carácter como Clitemnestra no gusta. Se nos pide que seamos más sumisas, más dóciles, más dulces, más sonrientes, más condescendientes… No se nos pide que tengamos opinión o carácter. Me toca de lleno, evidentemente no me han pasado las cosas que le han ocurrido a Clitemnestra, gracias a Dios, pero me siento muy honrada de poder defender su historia y poder limpiar su nombre.
Y, a pesar de ser un tema complicado, te animas a representar a Clitemnestra. ¿Por qué?
Yo llevo mucho tiempo diciendo que quería hacer tragedia griega. Y cuando me llegó José María Castillo con este personaje pensé “¿Pero esto qué es?” y además me pide que cante… Y tiene un punto de defensa de la mujer y de contar algo que está tan a la orden del día hoy, por suerte. Clitemnestra es una reina, y no se le pedía reinar, se le pedía que tuviera hijos y que estuviese en un segundo plano, estar totalmente detrás de la figura del hombre, del rey, y darle hijos.
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Esa superioridad del hombre sobre la mujer es, por desgracia, una situación que sigue viviéndose hoy en día…
Totalmente. Hoy en día, hay un lugar en el que el papel de la reina Sofía está muy valorado por ser una mujer que ha callado. Sin embargo, a una mujer como la reina Letizia, que es una mujer que es una comunicadora nata y que, cuando habla, es maravilloso escucharla, se le pide que se calle. No es algo que haya cambiado tanto, está a la orden del día y a la vista pública.
Hace unos años te veíamos representando el musical «Cabaret», donde te ponías en el papel de otra mujer con carácter: Sally Bowles.
Sally Bowles también era una mujer muy libre. Era una mujer muy triste, tenía una tristeza, dentro de que era encantadora y que era una disfrutona de la vida, y que su máxima era vivir, pasárselo bien, que la vida es un cabaret, una evasión, disfrutarlo hasta el final… El personaje de Sally es decadente pero alegre, con una vitalidad muy grande. Sin embargo, es algo diferente a Clitemnestra. Las dos son mujeres fuertes, las dos rompen moldes. Clitemnestra se redescubre a sí misma en esta obra, ella empieza siendo lo que la sociedad espera de ella, la reina que se espera de ella, y termina siendo la reina que ella quiere ser, y vive una transformación. En cambio, Sally Bowles, para la época en la que vivía, también es un referente en cuanto a que era una mujer libre pese a las habladurías, una mujer de la noche, vividora, pero era feliz con ello y lo reivindicaba. Estos dos personajes son mujeres valientes, que se enfrentan a lo que la sociedad esperaba de ella.
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¿Crees que, con obras de teatro como «Clitemnestra», «Cabaret»… es una buena manera para acercar y concienciar al espectador acerca de estas situaciones sociales?
Yo creo que para eso está el teatro. La cultura está para hacernos un espejo, hacernos un reflejo de la realidad, de quienes somos como ser humano. Y para hacernos reflexionar.
Y tú, ¿qué has reflexionado con la historia de Clitemnestra?
En el momento en el que la leí, hice una reflexión. Yo había ido a ver Electra y yo misma me había quedado con una idea de Clitemnestra, que es la que me habían vendido. Y me sorprendió como me la colaron, siendo yo una mujer que me considero feminista y fuerte, me hayan colado la visión de asesina y de pérfida, de ambiciosa y de malvada, de la madre malvada de Electra… Si me lo han vendido así a mí, ¿qué no harán con los demás? Ahí hice esa reflexión y fue una razón fundamental para mí, vamos a limpiar la imagen de Clitemnestra.
Por cierto, también cantas en esta obra…
Me parece una belleza. No es un musical al uso, no tiene nada que ver. Pero hay una chica que canta flamenco, que es una barbaridad lo que hace, unos bailarines maravillosos, y el espectáculo está teñido de una banda sonora de música que lleva al espectador a una emoción muy grande. Hay un momento en que mi personaje canta y expresa lo que le está sucediendo.
¿Cómo estás viviendo el tener que cantar en la función?
Lo vivo con mucha ilusión. También con un poco de nervios. Yo tiendo a actuar más que a cantar, pero yo soy una cantante de corazón y, cuando me piden cantar, yo soy feliz. Lo vivo con ganas y con ilusión. Y era uno de los puntos fuertes que me convenció para hacer la obra, también.
«El teatro acoge al actor y le permite llegar a lugares que no le permite la televisión o el cine».
¿En qué momento de tu vida está llegando «Clitemnestra»?
Llega en un punto en el que tenía muchas ganas de hacer tragedia griega, y muy teatral para mí, porque se está emitiendo ahora mismo en La 2 el programa “A este paso (no) estrenamos”, que es un programa precioso de teatro. Me apetece demostrar a una actriz mía, más madura, con ganas de hacer personajes, con ganas de hacer teatro, porque el teatro acoge al actor y le permite llegar a lugares que no le permite la televisión o el cine, hacer procesos creativos…
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Y echando un poco la vista atrás, ¿cómo recuerdas tus comienzos?
Bueno… Yo he ido creciendo con esta profesión, de niña a mujer. Empecé siendo una niña y sigo reconociendo a la niña que sigue teniendo los mismos sueños, y cuando sea más mayor va a estar esa misma niña que quería ser actriz, con ganas de estar en un escenario contando historias.
¿Siempre quisiste actuar?
Siempre tuve claro que era artista, y siempre me lo hicieron sentir en mi casa. Siento que estoy en mi camino y que me quedan muchos sueños por cumplir, y que mi vida va a consistir en seguir caminando para lograrlo. Y tengo la suerte de haber interpretado personajes que me han dado el cariño del público, con lo cual me siento muy afortunada por ello.
Y hablando de sueños… ¿Algún sueño teatral que te quede por cumplir?
«Medea». Es un sueño muy concreto. Lo haré, sí, sí. Medea es un personaje que me fascina. Lo tengo clarísimo. Ojalá estemos hablando tú y yo un día recordando este sueño. Además creo que los sueños hay que decirlos en alto.
Puedes ver a Cristina Castaño del 21 al 25 de junio en el Teatro Bellas Artes de Madrid con «Clitemnestra». Puedes comprar las entradas aquí.