Ya casi acabado el verano y las vacaciones para la mayoría, comienza un nuevo tiempo en el que no pueden faltar las ganas de seguir viajando… o de comenzar a hacerlo. Francia se muestra abierta a los viajeros de todas partes, sin apenas limitaciones salvo las lógicas medidas de seguridad con las que, probablemente, tengamos que vivir durante mucho tiempo. Aunque hay mil motivos para viajar al país vecino –y así lo estiman 28 de cada 100 españoles que eligen este país para sus vacaciones–, nos centraremos en tres conceptos destacados que, sin duda, atraen a todos: naturaleza, cultura y gastronomía o, como dicen aquí “art de vivre”, una definición genial.
Desde la creación de su primer parque nacional en Isère, el Parque de la Bérarde en 1913, Francia se ha embarcado en una doble misión para salvaguardar y recuperar sus hábitats naturales y su biodiversidad, y para impulsar las economías locales a través del turismo sostenible. En la actualidad, el país cuenta con 11 parques nacionales que abarcan 60.000 km2, 54 parques naturales regionales (cuatro de ellos se han incorporado este año) y 9 parques naturales marinos, así como 47 «Grands Sites» que reciben unos 32 millones de visitantes al año. Algunos de los clásicos entornos naturales de Francia y sus buenas experiencias son estos:
Navegar por el Canal du Midi. Creado en el siglo XVII el Canal del Midi —o Canal Real del Languedoc, como se le conocía originalmente— sigue siendo considerado hoy en día como una extraordinaria obra de ingeniería y diseño. Reconocido por la UNESCO desde 1996, se extiende a lo largo de 240 km desde la ciudad de Toulouse hasta el Étang de Thau, en el Mediterráneo, con un recorrido que incluye joyas arquitectónicas y atracciones de renombre mundial. En tourismecanaldumidi.fr está toda la información para poder navegar manejando tú mismo la embarcación por sus plácidas aguas, maravíllate con el túnel de Malpas, no pierdas de vista el puente-canal de Béziers, pasa por la ciudad fortificada de Carcasona y prepárate para su cadena de 65 esclusas. Las maravillas naturales también abundan y hacen que cada viaje sea realmente mágico. Desde los campos de cereales del Lauragais hasta las estribaciones soleadas de las Corbières y el Minervois, pasando por las hileras de plátanos, pinos piñoneros y cipreses que vigilan el curso de agua, un mosaico de paisajes siempre cambiantes que se despliega a lo largo del viaje.
Descubrir los nenúfares que inspiraron a Monet. Adéntrate en el cautivador mundo de Claude Monet en Giverny y descubre todo lo relacionado con el artista que soñaba con la pintura y la jardinería en fondation-monet.com. Enclavado en el Eure, en el en el frondoso corazón de Normandía, este paisaje floral de ensueño inspiró algunos de los cuadros más notables y evocadores del artista. Alfombrado de tulipanes en primavera y repleto de fragantes rosas en verano, los vibrantes senderos plantados de Giverny, el cenador cubierto de flores y la siempre cambiante paleta de colores, han llamado la atención de generaciones de amantes de la naturaleza y aficionados al arte. Guiado por los embriagadores aromas de este floreciente país de las maravillas, recorre el emblemático estanque repleto de lirios y nenúfares, cruza el puente japonés y deléitate con la belleza intemporal de los jardines mundialmente conocidos, que tan vivamente cautivaron la imaginación del padre del impresionismo.
Recorrer el Valle del Loira en bicicleta. Una de las rutas ciclistas más populares y largas de Francia, La Loire à Vélo abraza el emblemático río a lo largo de 900 km entre Cuffy (Centro-Val de Loire) y Saint-Brévin-les-Pins (Pays de la Loire).Puerta de entrada a castillos históricos y jardines galardonados por la UNESCO, a pueblos repletos de viñedos y a una gastronomía de primera clase, este vasto camino alterna entre pintorescas carreteras rurales, caminos de sirga y carriles para bicicletas. Los 300 km que unen Sully-sur-Loire, en el Loira, con Chalonnes-sur-Loire, en Anjou, son sin duda uno de los tramos más bellos de la región y ofrece un desfile interminable de joyas naturales y artificiales desde cuevas y mansiones de piedra caliza hasta praderas e islas enclavadas en los brazos del río.
1.500 kilómetros en bici contemplando el mar. Súbete a un viaje inolvidable por la nueva y flamante ruta ciclista Vélomaritime. Inaugurada en junio de este año, la extensa ruta costera se extiende a lo largo de más de 1.500 km. de costa bañada por las olas, desde Bretaña hasta Bélgica, abriendo una amplia red de senderos salvajes y paisajes hasta ahora inaccesibles para los entusiastas del ciclismo. Con sus espectaculares cabos, grupos de dunas, acantilados y un puñado de monumentos y otros tesoros arquitectónicos —por no hablar de una serie de restaurantes en los que recargar carbohidratos a lo largo del camino—, el Vélomaritime es el lugar ideal para los amantes del aire libre, los aficionados a la Historia y los gastrónomos. Repartidos a lo largo de esta rica ruta de atracciones, entre Roscoff y Dunkerque hay nada menos que cinco «Grands Sites de France», entre los que destacan la Bahía de Somme, los gemelos Cap Gris-Nez y Cap Blanc-Nez y los acantilados ventosos de Étretat; tres de los «Plus Beaux Villages» de Francia; cuatro monumentos nacionales y tres lugares emblemáticos incluidos en la lista de la UNESCO, como el Mont-Saint-Michel. Una ruta impresionante en más de un sentido, que además cuenta con 50 potentes faros.