Hay que aceptar que muchas de las películas que se han hecho a lo largo de la historia provienen de la literatura y de los grandes libros que se han escrito. Incluso en la actualidad, muchos de los filmes que vemos en pantalla están basados en grandes obras literarias que parecen ser inmortales. Pero, desde siempre, existe el debate de la preferencia entre un libro o su adaptación a película. ¿Qué es mejor? ¿La rigurosidad de las imágenes está a la altura del texto? ¿Pueden dos horas de metraje condensar cientos de páginas?
Un libro ofrece un amplio abanico de satisfacciones. Pones a prueba tu imaginación y te transportas a la época, los escenarios o el universo que se te relata. La lectura es algo íntimo, profundo y cada uno se imagina una historia y unos personajes propios.
¿Qué pasa cuando se confirma la adaptación de un libro? Que automáticamente los fans ponen muy altas las expectativas. El nivel de fidelidad a la historia muchas veces no es el adecuado, lo que hace que la película sea una obra muy distinta de la que se quiere homenajear. Además, un problema que suele ocurrir es que hay escenas que se trastocan de forma muy descarada, o incluso lo que hacen es omitir determinadas escenas, directamente. La vivencia que uno atraviesa leyendo un libro no puede compararse a la experiencia de ver una película que dura un par de horas, por ello es muy difícil que una película basada en un libro triunfe para los fans.
Hay, literalmente, miles de adaptaciones cinematográficas de grandes libros. Muchas de ellas de gran calidad. Automáticamente a todos se nos vienen a la mente los libros de Harry Potter, de la autora J. K. Rowling. Sus adaptaciones a la gran pantalla son mágicas, divertidas y llenas de emoción, a pesar de que hay cosas de los libros que no nos muestran. Por otro lado, mucho del cine de Kubrick está basado en novelas. Por ejemplo, La naranja mecánica (1971) se basa en la novela de Anthony Burgess o El resplandor (1980) en el libro de Stephen King. Este último autor tiene varias novelas que han sido adaptadas, quizá la más famosa sea IT, de la cual se hizo una miniserie en los noventa y hace unos años Andy Muschietti generó dos espeluznantes películas. ¿Más ejemplos? Las películas de El padrino, La trilogía de el señor de los anillos, Orgullo y prejuicio (2005), Blade Runner (1982), Cadena perpetua (1994), La historia interminable (1984) y un largo etcétera de brutales adaptaciones de muchísima calidad.
Pero también hay grandes fiascos… Películas que jamás se deberían haber hecho, jamás deberían haber manchado de esa forma el legado de un buen libro. Por citar algún ejemplo, tenemos la adaptación de El código Da Vinci, del famoso escritor Dan Brown, pésima película de lo que podría haber sido una grandiosa idea. Lo mismo le pasa a la adaptación en live action de Alicia en el País de las Maravillas. Tiene que ver que la novela sea muy complicada, pero los personajes, el ritmo y las locuras mágicas aterran más que maravillan al espectador. Más ejemplo de malas adaptaciones pueden ser Troya (2004), El perfume (2006), Los viajes de Gulliver (2010) o El retrato de Dorian Gray (2009). De todo se aprende.
Tú decides, ¿libro o película? Lo mejor es leer, ver y comparar, saca tus propias conclusiones.