De cara a este puente de diciembre y las navidades, haz un hueco en tu agenda y embárcate en una nueva aventura; descubre una de las capitales más coloridas de Europa. Lisboa es una opción de escapada perfecta, ¡te sorprenderán sus alrededores!
¿Quien dijo que la costa solo podía visitarse en verano? Recorrer sus calles y playas en ésta época, es un acierto. El barullo de gente no te molestará y podrás disfrutar de sus monumentos con total tranquilidad. Aunque, he de decirte que en estas fechas la temperatura es algo más cálida que en el centro de España. Los termómetros no suelen bajar de los diez grados. Por lo que ¡no tienes excusa para no visitar Lisboa!
La capital portuguesa está situada en la desembocadura del Río Tajo, siendo la ciudad más occidental de la Europa continental. Además, el 26% de la población de Portugal se encuentra asentada en Lisboa. Se caracteriza por sus casas de colores pastel esparcidas por toda la parte de la ciudad antigua. Podríamos dividirla en dos zonas; la primera, siendo la parte baja de la ciudad, predomina por sus edificios modernos -se tratan de construcciones nuevas-; segunda, el caso histórico, donde podemos encontrar el castillo de San Jorge, la Torre de Belém (antigua construcción militar) y el famoso tranvía 28 amarillo recorriendo sus calles.
Pero, para adentrarte en sus calles, antes deberás de cruzar uno de los dos puentes que te llevarán a la ciudad. Puente Vasco de Gama y el famoso Puente 25 de Abril. El segundo, se construyó entre los años 1962 y 1966, y es considerado como uno de los principales símbolos e iconos de la capital. De aspecto imponente, la construcción alberga 2 km y ofrece unas vistas increíbles de Lisboa mientras tienes a tus pies el estuario del Río Tajo. Además, han surgido muchas comparativas a lo largo de los años entre este puente y el famoso Golden Gate de San Francisco.
Nunca verás una plaza tan colorida y llena de vida como la que encontrarás en la capital portuguesa. Denominada Praça do Comércio (Plaza del Comercio), fue el terreno donde se asentó el Palacio Real de Lisboa durante más de 200 años. El lado sur, mirando al río Tajo, está compuesto de dos torres cuadradas. Mientras que en el centro de la plaza, podemos admirar la gran estatua de Don José I. La parte que más sorprende es la fachada del fondo, vestida de amarillo con una gran entrada hacia la ciudad.
Además, asentado en esta plaza, se encuentra el Museo de la Cerveza, donde podrás disfrutar de una buena caña fresquita mientras disfrutas de las maravillosas vistas y sus transeúntes. El local tiene una decoración muy exquisita y además, ¡cuenta con un pequeño «altar» a la cerveza! Ya… Yo tampoco me lo creía hasta que lo vi.
Si aún no te hemos convencido, tienes que saber que a tan solo cuarenta minutos de la ciudad -en coche- está ubicada Sintra. Puedes guardarte un día para disfrutar del Palacio da Pena y la Quinta da Regaleira. Dos auténticos monumentos que deberían apuntarse en la lista de «cosas que hacer antes de morir». Realmente te impresionarán sus arquitecturas, colores y paisaje. Y, para finalizar la ruta, una vez de vuelta a Lisboa, deberías parar a ver el atardecer en la Boca do Inferno, a solo 20 minutos de Sintra.
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