Devota y Lomba, elegancia atemporal sin sorpresas

Poco ha cambiado en Devota y Lomba desde que que sus fundadores obtuviesen aquel éxito repentino a finales de los 80 en la pasarela madrileña. Aunque el estilo se ha actualizado, las claves y la sensibilidad por la que la firma es conocida se ha mantenido inmutable. Quizás por eso esta sigue su andadura sin demasiados baches.

Flores e idilio son dos temas que Modesto Lomba ha tratado de sobra. En este caso, el punto de referencia es el cuadro «El paseo» de Chagall, una suerte de escena surrealista de color armónico que inspira un sosiego inmediato. Generando conciencia sobre los problemas que vive el planeta ,el diseñador busca en esta obra un ejemplo de armonía con el entorno natural y respeto a los seres vivos, expresando su sentir sobre la fragilidad de la Naturaleza y la sensibilidad necesaria para apreciarla.

Se cuestionan el mal aprovechamiento de los recursos, el consumo desmedido, los desechos tóxicos, la extinción de especies y de bosques y las políticas ineficientes contra el cambio climático. La realidad convive con  la fantasía en un juego de contrastes, donde se fusionan lo terrenal y lo espiritual , el verde y morado, lo masculino y femenino , en una inesperada sensación de libertad expresada en el vuelo.

Aunque el estilo se ha actualizado, las claves y la sensibilidad por la que la firma es conocida se ha mantenido inmutable.

La elegancia es la presencia constante en este desfile, traducida especialmente en unos hermosos cuellos tipo kimono que podemos observar en todo tipo de prendas, desde un abrigo verde de paño llamado a ser un básico insuperable a chalecos de cuadros bicolores (dignos de cualquier picnic campestre) y chaquetas oversize.

Lazos y cuellos bebé aportan por su parte ese toque de inocencia que la marca ofrece, combinándolos en prendas de apariencia cómoda en tonos malvas, verdosos y rosados que aparecen tanto en texturas planas como en un icónico gofrado floral bicolor que sirve de elemento cohesionador. La presencia del negro es contundente, y nos remite al aspecto más truculento de la naturaleza, su crueldad, y ese algo oscuro del cuadro de Chagall que produce escalofríos.

En definitiva, esta es una colección más de Devota y Lomba. Correcta, aunque quizá algo alejada de la originalidad que tanto nos gusta. Como en todo, existen las luces y las sombras. En los rincones de los bosques, las profundidades de los mares y las pasarelas de moda.