Es una tontería negar el hecho de que asistir a un desfile de Dior, es asistir a una clase sobre buen gusto, elegancia y también buen hacer; porque desde que su nueva directora creativa, Maria Grazia Chiuri asumió las riendas de la casa parisina, Dior es sinónimo de feminidad y también de empoderamiento femenino.
Y esta vez tampoco iba a ser diferente. A Chiuri nada se le escapa, y esta nueva colección de Pret-á-porter se basa en el concepto de Ready-Made, el cual fue popilarizado por el artista Marcel Duchamp (1887-1968) a principios del siglo XX. ¿Pero en qué consiste? Básicamente en utilizar objetos del plano cotidiano, descontextualizados y plasmarlos dentro del mundo del arte. Aunque su utilidad no esté pensado para eso.
Así, la casa de Dior asocia lugares, imágenes y palabras bajo una mirada actual para esta nueva colección. Además, en en su versión más íntima y siempre en primera persona, Maria Grazia Chiuri compone su propio recorrido de emociones a través de su diario de adolescente, creando, de la misma forma, su propio diccionario de moda que abarca desde vaqueros hasta los vestidos más icónicos incrustrados de pedrería o los cuadros que le encantaban a Monsieur Dior. «Me encantan los cuadros porque dan un toque joven, aportan una pizca de fantasía elegante y desenfadada al mismo tiempo», nos cuenta la diseñadora.
Y es fácil localizarlos dentro de la colección, porque la nueva colección de Dior es una clara declaración de intenciones. Los cuadros se aprecian en un conjunto de Marc Bohan, en el que están dispuestos al bies, inspirando las estructuras de las faldas. Pero eso no es todo, porque también nos encontramos con el chaquetón y con las faldas plisadas. Con pequeños cuellos con corbata. Siempre en el blanco y negro.
Todo ello para constituir el núcleo de una colección perfectamente equilibrada. ¿Otro secreto? Un fular extraído de los archivos de la casa da pie a la creación de vestidos de diferentes largos, que exploran las numerosas posibilidades de este estampado. Monsieur Dior también escribía: «Tanto los lunares como los cuadros aportan encanto, elegancia y desenfado, y siempre están a la moda«.
Y estamos de acuerdo. No obstante, tampoco nos olvidamos de los flecos, visible en faldas largas. Asimismo, el punto aparece en todos los imprescindibles del vestuario: jerséis, chaquetas, faldas, pantalones…. Porque en la moda hay lugar para todos.
En cuanto a la paleta cromática destaca el sello de la casa: la elegancia del negro azabache que se funde con blancos, grises, marrones, rojos y azules denim.
En definitiva, una consonancia de tejidos, formas y colores que ensalza, como ya viene siendo un habitual, el romanticismo, buen hacer y la calidad de la alta costura.