No ha sido fácil confundir el tema de Domenico Dolce y Stefano Gabbana en esta temporada. Sobre todo, cuando no era ni de lejos lo que esperábamos.
Nos trasladamos a Milán; la ciudad está atestada de turistas que tratan de colarse (sin éxito) en los desfiles. Y solo unos pocos privilegiados nos encontramos en el Metropol. Estamos rodeados de miles de palmeras gigantes y de una alfombra de estampado print de leopardo de dimensiones descomunales. Es enorme. Ocupa todo el espacio. Es como si estuviéramos en una jungla. «La jungla siciliana«, aclaró Gabbana. “Disfrutamos haciendo algo glamoroso. Y amamos la sensación de felicidad, el verano. Es nuestra filosofía«. Qué forma tan filantrópica de despedir a mi estación favorita.
La pasarela comienza con agilidad, brío y con pasos firmes y decididos. Ciento veinticuatro estilismos tocan todos los palos del tema escogido por sus diseñadores. En primer lugar, hacen su entrada estelar los trajes de safari. Y me pregunto si esto tendrá algo que ver con el éxito de la última colección de menswear. Después, aparecen estampados más tropicales, llenos de animales y momentos estivales. Acaparan los looks de ropa resort diseñada para descansar junto a la piscina. Aunque, ¿alguien se bañaría así? No lo creo, es demasiado especial.
Por otro lado, cabe destacar que la jungla ha sido el gran tema de esta temporada de Milán. Todos han apostado por él en mayor o menor medida. No se ha escapado ninguno, desde Giorgio Armani hasta Donatella Versace. ¡Ni que esto fuera la Semana de la Moda de Madrid, en primavera y con todos sus jardines!
La exhaustiva artesanía, el sello tan distintivo y reconocible de la casa, se distingue a lo largo de toda la colección. Los tejidos de ganchillo y los de llenos de adornos con cristales son sorprendentemente suaves al tacto. Y francamente, ¿quién se espera que lo fuera?
Las pieles también tiene su momento de protagonismo con trajes de falda y chaqueta que construyen rompecabezas que encajan a la perfección. Señoras y señores, les presento a la alta costura. Esto es lo que llamamos Alta Moda: mosaicos de dos piezas que parecen una.
Asoma una tendencia; avisamos: es instagrameable. Los bolsos diminutos completan muchos de los estilismos con texturas print.
Sin embargo, mi parte favorita, la más siciliana, se manifiesta de manera intercalada a lo largo de toda la pasarela. Es el antídoto del buen gusto, la espada afilada que se enfrenta al exceso de referencias de la jungla: los vestidos negros. “Es nuestro ADN, y un poco de nuestra parte de los 90: nuestro archivo”, declara Gabbana. «Hacemos cosas sexys negras«, añadió.
Algo que pienso justo cuando terminan los aplausos y todos comenzamos a salir del recinto es que Dolce & Gabbana son dueños de su propia herencia. ¿Y quién lo hace mejor que ellos?
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