El teatro Kamikaze reestrenó el 25 de noviembre Doña Rosita, anotada una versión de Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, una de las últimas obras de Federico García Lorca. Fue escrita en 1935 y estrenada ese mismo año en Barcelona. Claro que un año después Lorca escribió La casa de Bernarda Alba, una de sus obras con más éxito en la actualidad, y puede que esta no sea tan conocida a su lado.
Rosita es una mujer de pueblo que pasa casi toda su vida esperando la llegada de su novio y primo, que tuvo que mudarse a Argentina. A pesar de todo el tiempo que ha pasado, la pareja sigue manteniendo el contacto por correspondencia y Rosita no pierde la esperanza de que vuelva algún día, aunque parece ser la única.
La obra es una adaptación de Pablo Remón (Los mariachis, El tratamiento, 40 años de paz), muy (bastante) versionada, por eso lo de “anotada”. Está interpretada de manera brillante por Francesco Carril, Fernanda Orazi y Manuela Paso, quienes encarnan a todos los personajes de la obra de Lorca y los añadidos por Pablo Remón.
La adaptación de Remón es el resultado de un hecho único en su carrera: la primera vez que dirige algo que él no ha escrito. O al menos eso dice él, porque la verdad es que la obra que vemos en el Kamikaze parece más cosa suya que de Lorca. Y esto es lo más alejado de un reproche. Francesco Carril, encarnando al propio Pablo Remón, nos explica la encrucijada que vivió cuando le propusieron dirigir el texto de Lorca (y que me atrevería decir, todos los que leemos clásicos nos lo planteamos en algún momento). ¿Hay a alguien que todavía le interese esto? ¿Tiene vigencia esta historia? ¿Nos empeñamos en seguir representando clásicos solo porque lo son o realmente todavía consiguen capturar al público?
Remón llega a la conclusión de que lo que esta obra comparte con el presente, lo que todavía se siente hoy, es el paso del tiempo. Se entendía antes también e igualmente se comprenderá en el futuro y la obra de Lorca, en cuanto a tiempo, va sobrada.
El eje principal de la trama es el proceso creativo del director en esta obra, partiendo del encargo. Entre tanto, para explicar al público por qué y cómo decidió embarcarse en el proyecto, representa algunos trozos de su vida y otros de la obra de Lorca, desde una perspectiva actual, o al menos un poco más moderna que la que pensó el andaluz para la suya: un ama ucraniana y una verbena de pueblo como escenario de despedida de los enamorados.
Remón se descubre a sí mismo teniendo mucho en común con su historia, y lo más importante, haciéndonos empatizar al público con la de ambos. Rosita anotada es una historia de desamor con toques de comedia y un trasfondo emocional que aporta la vivencia del director, que sin ningún remordimiento, reconozco que me arrancó alguna que otra lágrima. Y seguramente lo haga con todos aquellos que perdieron a algún ser cercano, hayan pasado sus veranos rodeados de tías abuelas o hayan vivido una historia de amor con la música de una orquesta de verbena de fondo.
Pedro Remón se preguntaba si merecía la pena seguir haciendo clásicos. Tal vez no todos, pero sí deberíamos seguir recuperando esos puntos que nos unen con las vidas e historias de quienes las escribieron y de sus personajes. Además es un acierto mostrarlas al público desde una perspectiva con la que pueda identificarse y sentir lo mismo que en su momento experimentaron esos personajes que ahora resultan anacrónicos, como ha hecho él.
La adaptación de Doña Rosita, anotada es seguramente la mejor manera de entenderla que tenemos en este loco siglo XXI, a ella y a los demás personajes, a la historia de todos ellos. Seguramente, parte de esta empatía la hubiéramos perdido si Remón no nos la hubiera dado en forma de su vivencia personal. Podéis disfrutar de esta maravilla, porque lo vais a disfrutar, hasta el 13 de diciembre en El Pavón Teatro Kamikaze.
A ti, Pedro Remón, si estás leyendo esto, me encantaría decirte que entiendo por qué haces croquetas, y no es porque a tu hijo le gusten.