Las pruebas del impacto negativo que los seres humanos tenemos sobre el medio ambiente se amontonan. Los polos se derriten, las temperaturas aumentan y los fenómenos meteorológicos extremos se multiplican por todo el planeta. Y aún así, muchas personas en posiciones de poder se atreven a negar la mayor y mantenerse en el inmovilismo.
En palabras de Greta Thunberg, activista sueca por el cambio climático de 16 años, fundadora e impulsora de la huelga escolar por el movimiento climático en 2018: “Los adultos siguen diciendo que deben darnos esperanza a los jóvenes. Pero no queremos su esperanza, no queremos que tengáis esperanza, queremos que entréis en pánico ”.
Al parecer, algunas personas han entrado realmente en pánico, pero, abrumados por la magnitud del problema y conscientes de su posición como persona individual en un planeta de miles de millones, se sienten impotentes. Esto ha llevado a la aparición de la llamada ‘eco-ansiedad’, descrita por Psychology Today como «un trastorno psicológico bastante reciente que afecta a un número creciente de personas que se preocupan por la crisis ambiental».
La Asociación Americana de Psicología publicó un informe en 2017 haciendo referencia explícita al término ‘eco-ansiedad’. Se describe como «un miedo crónico a la perdición ambiental». Como una fuente de estrés causado por «observar cómo se desarrollan los efectos lentos y aparentemente irrevocables del cambio climático, y preocuparse por el futuro para uno mismo, los niños y las generaciones posteriores». Agrega que algunas personas «están profundamente afectadas por una sensación de incapacidad al sentir que no están haciendo lo suficiente para detener el cambio climático».
Posiblemente no sea sorprendente, ya que es difícil leer el informe de 2018 del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, que pidió «cambios urgentes y sin precedentes» para lograr una reducción de las emisiones de carbono del 45% para 2030, sin sentir cierto grado de desasosiego. Y eso es lo mínimo que debemos hacer si queremos mantener el aumento del calentamiento global a 1.5 ºC, más allá del cual el informe advierte sobre resultados catastróficos como inundaciones, eventos climáticos extremos, sequía y hambruna generalizada.
Entonces, si sentimos que la ‘ansiedad ecológica’ podría estar afectando a nuestra salud mental, ¿qué pasos puedes tomar para contrarrestarla? Los profesionales ofrecen consejos sobre tratamientos para el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), incluida la terapia cognitiva conductual (TCC) y la medicación si el caso es de cierta importancia.
Sin embargo, científicos como Owen Gaffney creen que las personas no deberían sentirse desesperadas por la situación y que las acciones individuales motivadas por esta eco-ansiedad pueden tener un impacto positivo en el planeta.“La ansiedad ecológica es la respuesta correcta a la escala del desafío. Pero soy optimista. Vivimos en una época donde las personas tienen más poder que en cualquier otro momento de la historia. Céntrate en tu esfera de influencia (trabajo, redes, familia) y trabaja con ellos. Haz que el cambio climático sea un factor en las decisiones que tomes con respecto a lo que comes, cómo viajas y lo que compras y exige que los políticos y las empresas hagan lo correcto. Ninguna acción es pequeña si logramos generalizarla».
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