La llegada de una pandemia ha sido algo que nos ha pillado por sorpresa a todos. El mundo se ha visto sacudido por la crisis de la COVID-19, y muchas cosas tal y como la conocíamos han sufrido una transformación necesaria para adaptarse a la “nueva normalidad” que nos espera a partir de ahora. Desde los detalles más cotidianos hasta lo más bizarro que podamos imaginar, todo se ha visto afectado por esta situación, y el mundo del arte de las subastas no se ha quedado atrás. Si a esta nueva normalidad le sumamos todo el tiempo de confinamiento y, por ende, el aumento de las compras y gestiones por Internet desde la comodidad de nuestros hogares, todo confluye en un caldo de cultivo necesario para que podamos hablar de un auge de las subastas online durante la pandemia.
El mecanismo seguido tradicionalmente en las subastas es el basado en la puja directa por un objeto, siendo el interesado que más dinero ofrezca por la pieza el que finalmente se alzará con el título de comprador. Este evento suele ser público y presencial, todos los asistentes a esa puja conocerán el rostro e intención de sus potenciales compradores. Sin embargo, debido a la obligación de quedarnos en casa durante el Estado de Alarma, este sistema ha optado por reinventarse y subirse al carro del cada vez más creciente comercio electrónico. Durante el confinamiento, se han realizado unas 69 subastas online en las que se han vendido, aproximadamente, unos 112 millones de euros, cinco veces más que las ganancias habituales de estos modelos de subasta.
Quizá uno de los factores que, junto a la obligación del confinamiento, han favorecido la consolidación de este tipo de subastas, cambiando al martillero por una alerta en el ordenador, es la oferta de productos algo más cotidianos. De hecho, el producto estrella subastado durante la pandemia han sido unas zapatillas Nike Air Jordan 1, siendo las más caras jamás vendidas por un valor de 517.000 €, eso sí, con la particularidad de haber sido firmadas y usadas por el mismo Michael Jordan. Si bien es cierto que, a lo largo de la historia, todo lo imaginable ha sido subastado (¡incluso personas!), los objetos que más se asocian a este tipo de concursos públicos son aquellos más peculiares, de coleccionista o con algún valor histórico o de antigüedad. Este nuevo modelo trae consigo la posibilidad de aumentar el espectro a productos relacionados con la moda, relojería o joyería, sin perder el componente característico del lujo.
Este cambio de paradigma en el mundo de la subasta parece venir para quedarse. El éxito que ha experimentado gracias a la pandemia ha llevado a considerar instaurar la bimodalidad también en este ámbito, combinando las subastas presenciales con aquellas online. Las subastas pasarán a ocupar un sitio más en la web y a unirse a la compraventa a través de la pantalla de nuestro ordenador. Así, favorece también la integración a un público mayor que se e amparado en la privacidad de Internet, aunque esto suponga la confianza ciega en el vendedor, pues de esta forma se debe renunciar a ver de primera mano el producto antes de pujar por él, arriesgándose a recibir el “¡adjudicado!” sin conocer completamente la adquisición.