No es extraño escuchar a gente de nuestro entorno decir: “yo no veo cine español porque es una porquería” o “el cine español son solo comedias soeces sin pizca de gracia” o cosas por el estilo. Confieso que cuando era más joven no valoraba el cine hecho en España porque tenía una opinión prejuiciosa de las producciones hogareñas.
En verdad hay una parte de la cinematografía española que se dedica a producir comedias facilonas y que conquistan en taquilla. Pero también, hay otra cara del cine español mucho más seria con dramas potentes o thrillers que nada tienen que envidiar al cine americano. Sin embargo, estas segundas cintas no triunfan en taquilla y por tanto, no se dan a conocer entre el público exigente que no valora las producciones de nuestro país. Me refiero a películas como El reino, Madre, Verano 1993, Magical girl o la magistral Tarde para la ira.
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Personalmente creo que el desdén que se tiene al cine español tiene connotaciones políticas. El cine siempre se ha considerado una profesión libertina, rebelde y crítica con las instituciones. Nuestro legado histórico ha influido en el reconocimiento de directores antiguos (que han sido valorados mucho más en el exterior que en su país): Luis Buñuel, Luis García Berlanga o Carlos Saura.
El cine siempre se ha considerado una profesión libertina, rebelde y crítica con las instituciones
Sin ir más lejos, Buñuel ha influenciado a millones de cineastas en el mundo y en el extranjero es considerado como uno de los directores más transgresores de la historia del cine. Buñuel tuvo que exiliarse debido al régimen franquista y al rechazo de la mayoría de los españoles.
Tarkovsky (uno de los mejores directores de cine, de origen ruso) hablaba así de Buñuel: “Existen dos categorías básicas de directores de cine. Una consiste en aquellos que buscan imitar el mundo en el que viven, y otros que buscan crear su propio mundo. La segunda categoría contiene a los poetas del cine, Bresson, Dovzenko, Mizoguchi, Bergman, Buñuel y Kurosawa, los nombres más importantes del cine”. Sin embargo, cuando Buñuel realizó Viridiana en 1961, el régimen franquista ordenó destruir todas sus copias debido a la censura. Por suerte, la película pudo salvarse y se convirtió en una de las cintas más recordadas de su director.
https://www.youtube.com/watch?v=lIvBqpOCfQ8
Nuestro cine, por tanto, es mucho más valorado en el exterior. Un claro ejemplo es Almodóvar cuya filmografía ha sido nominada en contadas ocasiones a los premios de la academia norteamericana (Dolor y gloria es el ejemplo más reciente). En España tiene una gran legión de seguidores pero también una gran cantidad de detractores que detestan la personalidad del autor.
Otros directores españoles que han obtenido un Oscar son Amenábar con Mar adentro, Fernando Trueba con Belle époque o José Luis Garci con Volver a empezar. Los festivales foráneos también incluyen largometrajes españoles en su programación y en numerosos casos obtienen algún que otro premio.
Lo más importante es que existe una tradición en el espectador que considera que el cine español no tiene calidad. Debido a este pensamiento, películas interesantes reciben poca recaudación, lo que provoca que los productores apuesten por otras producciones más comerciales o directores de renombre. Es esa falta de valentía por arriesgar hacer cine diferente que hace que España tenga una oferta monótona (con al menos 5 largometrajes al año de obligado visionado).
Existe una tradición en el espectador que considera que el cine español no tiene calidad
“Somos lo que sembramos”, si nosotros no apoyamos cine de calidad español, esa oportunidad quedará relegada a otro tipo de cine. Por eso, os animo a ir al cine a ver cine español, porque seguramente, muchas de las películas que estrenen os sorprenderán.