Se cumplen 25 años del estreno de uno de los films más míticos de la historia del cine de animación. El Rey león no es solo una película, representa una etapa de la vida de muchos niños que crecieron con las aventuras de Simba.
La nueva adaptación del clásico de animación de Disney se ha estrenado el pasado jueves en los cines de todo el mundo, la película ha dividido opiniones, unas a favor y otras en contra de la nueva versión.
Jon Favreau dirige esta película, cuya principal novedad es que se trata de una película de acción real, que intenta distanciarse de la animación y ser por lo tanto más adulta y madura. La crítica especializada coincide en la idea de que la adaptación consiste en un calco de la versión animada plano a plano. Con lo cual no existe ningún tipo de novedad u originalidad que justifique el estreno del film, más allá del deseo de hacer dinero.
En la película encontraremos todas las escenas míticas de la película original: la estampida de los animales en el cañón, la famosa canción de Timón y Pumba, o la difundida primera escena donde el bebe león es elevado y mostrado a los animales como símbolo de su jerarquía de rey de la sabana.
«Con ‘El rey león’ soy consciente de que la memoria del público corre a mi favor» Jon Favreau.
La animación de los noventa no era perfecta, aunque sí innovadora en su momento. Si revisáramos El Rey León, veríamos un gran número de fallos técnicos porque la animación ha avanzado a pasos agigantados. En esta nueva versión, lo que se pretende es buscar una perfección estética, que los animales parezcan reales. Sin embargo, esa búsqueda de la perfección rompe con la película de los noventa, a veces las imperfecciones son las que hacen que una cosa sea especial (y esto se aplica a todo).
El largometraje se inscribe en la tendencia de Disney de hacer nuevas versiones de sus películas clásicas, este año por ejemplo se han estrenado otros dos remakes marca Disney: Aladdin de Guy Ritchie y Dumbo de Tim Burton. Ambas con críticas divididas, que inciden en la inútil necesidad de realizar remakes en vez de apostar por historias originales.
La crítica especializada coincide en la idea de que la adaptación consiste en un calco de la versión animada plano a plano.
Dicho todo lo anterior, mi opinión se sitúa en que la película pertenece a una estrategia comercial cuyo único objetivo es ganar dinero. En la actualidad, esta tendencia está cogiendo protagonismo en la producción cinematográfica. Hace un par de meses, pude leer un artículo que decía algo así: “el 80% de las películas que se estrenaran en 2019 no serán obras originales”. Qué pena es ver que el arte se rija por las normas de la rentabilidad y el dinero, en vez de hacerlo por el sentimiento de transgredir el aura creativo del ser humano. Ahora más que nunca es necesario cambiar esta tendencia, y que los productores comprendan la necesidad de hacer obras singulares y personales para que el ser humano pueda crecer en el ámbito imaginativo.
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