Un gran 7 enmarcado entre las columnas del Teatro Romano no hizo sombra a la figura de Vanesa Martín durante las más de 2h que duró su concierto. En su segunda participación en el Stone&Music Festival la malagueña presentó su séptimo álbum “Siete Veces Sí”. La cantante comenzaba dejando claro que “estoy aquí para dejarme el corazón, la piel y las ganas de hacer que esta noche sea irrepetible, un año más”.
El show comenzó conociendo a todas las mujeres que habitan en ella y con la cantante vestida con un conjunto dos piezas de color fucsia (muy parecido al popularizado por Rocío Carrasco y esta no fue la única pincelada al clan Jurado durante la noche) que estilizaba y engrandecía su figura. La complicidad con el público emeritense se hizo latente desde el primer compás de la noche cantando al unísono temas como Despedida y cierre, Inmunes, Complicidad o Inventas.
Algunos creen que en los conciertos de Vanesa el público va a llorar y a cerrar heridas de historias tormentosas, pero eso no es así, anoche los asistentes al Teatro Romano lloraron pero de la risa. Y es que uno de los momentos memorables de la noche fue escuchar a la malagueña explicar, con toda su naturalidad y gracia, como había compuesto su mítico tema “Adiós de Mayo”. Y a nosotros, sí nos gustó Vanesa.
Una artista que además de enseñar sus entrañas en algunos temas, nos enseñó a todo el equipo que la acompaña cada noche en sus conciertos. Desde los músicos, hasta los encargados de subir de nivel el emblemático escenario emeritense con los juegos de luces, sin olvidar a su estilista Victoria Nogales, natural de Mérida.
Tras dejar a un lado el traje de dos piezas por unos jeans, camiseta negra y túnica abierta de brillantes. La artista se volvió a subir al escenario para realizar un viaje en el “tiempo pasado que tanto bueno le ha dado” interpretar los temas más clásicos de su trayectoria “Arráncame”, “Polvo de mariposas” o “Frenar Enero”. Para terminar “Caida libre” con una precipitada despedida, que puso de los nervios al público del Teatro pensando que el show había terminado.
Y como hicieron los primeros artistas que pisaron el teatro en época romana, la cantante apareció en el foso para interpretar “Mi Amante amigo”, tema de Manuel Alejandro que popularizó Rocío Jurado en los 80. Un solo foco seguía a la figura de la artista por el foso que se movía con verdaderos aires de folclórica, que como buena andaluza lleva impregnado en su ADN, y de fondo un piano que puso los vellos como escarpias a más de un asistente.
Podríamos decir que en el final del concierto Vanesa resurgió como un ave fénix, pero estaríamos mintiendo, ya que la malagueña no bajo su vuelo en toda la noche. Su voz brilló cual diamante en un enclave con una acústica de lujo y con su maestría en el amor supo impregnar su esencia en cada uno de los asistentes.