David Amor lleva más de veinte años haciendo reír. El cómico gallego, que comenzó en su tierra natal en un programa autonómico, estrena hoy viernes 28 de enero en Madrid su espectáculo “Love está en el aire” un monólogo que se representará en el Teatro Fígaro en el que nos cuenta nuevas inquietudes y motivaciones sin dejar fuera a su nueva pasión recién descubierta: los aeropuertos.
Hablamos con David Amor para conocer sus intenciones que pone sobre el escenario con su nuevo show, así como su visión del humor en la actualidad y también sobre su otra faceta: el deporte.
¿Qué sientes al estrenar este espectáculo en Madrid?
Al llevar un tiempo parado, hay un punto en el que hay que arrancar, la vida sigue, y pues siento emoción, feliz de poder llevar mi show a Madrid, porque Madrid para mí laboralmente supone mucho, mis amigos pueden venir a verme… Muchas cosas positivas.
¿Cómo nace la idea de este show?
Es el cuarto que saco como espectáculo completo y unipersonal. Es una línea por donde va evolucionando mi humor, hablo mucho de mi día a día: viajar, los aviones… Y yo creo que para la gente que ya ha ido a mis shows reconoce lo de los aviones como un sello mío. En este show le he dado un giro, normalmente me metía con las compañías aéreas, y en este me he puesto de su parte y analizo cómo somos nosotros de usuarios de aviones, entre otras muchas cosas, las temáticas son muy variadas.
¿Crees que tenemos un rasgo en España a la hora de comportarnos en los viajes?
Pues la verdad es que, si te paras a pensarlo, yo no sé cómo son los otros realmente. Sé lo que hacemos nosotros, porque es con quienes viajo normalmente. Me hace mucha gracia cuando vienen ingleses a España al fútbol y decimos “míralos, borrachos” y realmente los bares son nuestros y estaban ahí de antes. Cada vez creo menos en las fronteras. Ojalá pudiese viajar tanto para saber cómo se comporta el finlandés a la hora de entrar en la zona business…
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Habrás tenido que hacer un análisis importante…
Todo esto nace con mucha observación. Piensa que yo, en épocas de ajetreo, cojo un vuelo o dos a la semana. Hubo épocas que hice casi cincuenta vuelos al año, muchas horas en aeropuertos… Hay trayectos que ya te conoce el personal de cabina, alguna vez he ido en cabina, etc. Y al final hay mucho invento, pero que la realidad no te estropee un buen sketch. Tomas notas y referencias, pero al final lo que prevalece es la risa y que el público se lo pase bien. Si lo que cuento es más verdad o menos verdad, da igual…
¿Las ideas nacen “en el aire”?
Hay muchas cosas que las piensas arriba, pero la idea nació del cúmulo de volar. Yo siempre digo que Ryanair se volvió comercial, al principio era droga dura, un cachondeo. Visto con el tiempo, creo que era una campaña buscada, fueron muy innovadores. Al principio, casi que ellos mismos me daban todo hecho, todas las ideas. Ahora vas observando, y también es que los cómicos tenemos esa locura que queremos fijarnos en todo, en el detalle y al final coges la frase y la retuerces al completo.
¿Y el porqué de este título Love está en el aire?
Es un juego de palabras. Tratar de relacionar un poco Love is in the air, que eso siempre es bonito, Love por mi apellido (Amor), “está en el aire” porque es sobre volar y también porque es una actuación en directo… No sé si todos lo entenderán, pero no importa. No siempre entiendes lo que un pintor quiere transmitir en su obra.
¿Qué retos encuentras en el espectáculo?
El reto es diario. Además, me pilló la pandemia en medio de la creación del show. No fui capaz ni de escribir medio folio, no tenía yo estado de ánimo, no tenía nada grave pero no tenía ganas de escribir. El reto es el de siempre “¿Esto hará gracia?”, que sea una cosa que a ti te guste, que suene nueva pero que vaya en tu línea… Cada línea que escribes es un reto. Envidio mucho a los cantantes, porque los tienen muy fácil, tu eres los Rolling Stones y si no tocas el Satisfctiom, la gente se va del concierto, a pesar de que la canción tenga cuarenta años. En cambio, con los cómicos dices “esto ya lo contó”.
¿Te cuesta escribir humor?
Me cuesta escribir humor para mí. A veces escribo para otros compañeros, no me cuesta nada y me río un montón, lo paso genial… Pero con uno mismo, piensas “¿seré capaz?”. Con otra gente lo tengo mucho más claro, pero, sin embargo, para mí no lo tengo tan claro: “Mmm, no me conozco muy bien, voy a quedar para tomar un café conmigo mismo, a ver si me acabo de entender”. También tienes que pensar en el lugar donde vas a actuar, el tipo de público para el que vas a actuar… Yo tengo un público muy vario, desde muy joven a muy mayor, y no puedo ser muy segmentario ni entrar en una temática muy específica, porque dejaría a una parte de lado. La idea es que la gente se acabe convirtiendo en amigos tuyos, aunque no sepan de qué estás hablando, pero les haga gracia por cómo lo planteas y que entren en el código. Pero, para que sea más fácil, cuanto más cercano esté el código de todo el mundo, pues mejor.
¿Encuentras límites en el humor?
El limite te lo pones tú. Ser coherente, si haces un humor muy alternativo o muy raro, es probable que no tengas un gran público ni llenes grandes teatros, pero estás haciendo lo que te gusta. Si estás en contra de las grandes empresas, pues no vas a actuar para una empresa. Por ejemplo, los limites en las redes sociales. Creo que antes hay que arreglar todas las amenazas y ofensas que hay en Twitter y ya después centrarnos en los chistes. Un chiste, para empezar, es una ficción, es mentira. Podrá ser de más gusto o de menos gusto, pero no es de verdad. No hay debate posible, y si lo hay, será después de arreglar muchas cosas. El arte es provocación, al fin y al cabo, pero la diferencia está en cómo provocas. Los límites están en la calidad. Es una estructura de ficción con la intención de hacer reír. Yo, por ejemplo, hago un humor muy blanco, pero tengo compañeros que no, y me molesta verlos así. A veces hay polémicas tan vacías…
¿Tienes algún referente en el humor?
Todos realmente. Yo siempre fui más espectador, nunca pensé que iba a ser protagonista. Tenía las cintas de Gila, Eugenio, Les Luthiers, humor gráfico como Quino, Mortadelo y Filemón. Es cierto que habñia muchas cosas que, de pequeño, no entendía, por ejemplo las tiras de Mafalda, que ya las entendí después de mayor. Mis compañeros contemporáneos también me gusta verlos. Yo creo que todo eso va quedando en la cabeza y todo eso conforma lo que tú eres. Yo en el escenario trato hacer lo que a mí me gusta y con lo que me lo paso bien.
¿Qué buscas con tus espectáculos?
Busco que la gente se lo pase bien, que pasemos un buen rato. Hay compañeros que tienen la capacidad de concienciar, de provocar… Yo lo que busco es divertir. Aunque esté un poco tarao, habrá otros como yo.
Casi siempre actúas solo…
Sí, normalmente mis shows los hago yo solo. Aunque de vez en cuando nos gusta coincidir con compañeros, que en realidad es una excusa para juntarnos, vernos, comer juntos…
¿Y tienes nervios?
No, es más una historia de responsabilidad, de concentración. No creo que los nervios sean cosas buenas, porque estás mucho rato hablando, tienes una estructura en la cabeza. Al final, el humor es como una melodía. Es importante el tempo que llevas en la comedia, para no perderlos, no apurar demasiado, que no se cansen, que no se rían demasiado pero que tampoco se desenganchen… Si tú estás nervioso, todo se desmorona.
Además de la comedia, también estás en el mundo del deporte. ¿Tiene alguna relación la comedia con el deporte?
Para la disciplina viene muy bien. Para la comedia hay que ser muy disciplinado, más d elo que la gente se piensa, que a veces se cree que esto es mucha farándula. A mí me ha ayudado, sobre todo en las malas épocas. Hay que hacer cosas que te gusten, y a mí la comedia y el deporte me gustan mucho.
¿Vinieron a la vez el deporte y la comedia?
Primero estuvo el deporte, mucho tiempo; después estuvieron cohabitando, luego sólo al deporte, jugaba en Pontevedra al balonmano en primera categoría y no tenía tiempo para actuar. Y cuando ya entendí que mi carrera deportiva ya no era lo primordial, la comedia y la actuación pasó a primer plano. Es cierto que en mucho tiempo han estado cohabitando, porque en este mundillo tenemos parones muy grandes. Es verdad que dedicándome a la comedia hay menos parones, pero a veces los hay. Dedicarme también al balonmano me ha servido para mantener la normalidad, para no cambiar tanto mi vida, y eso te permite estar más tranquilo mentalmente y no tener ansiedad.
¿Cómo recuerdas tus inicios en la comedia?
No los recuerdo, hace ya muchos años (Ríe). Lo recuerdo muy intuitivo, yo empecé en un programa autonómico de Galicia, y era un concurso de humor. En el casting me dijeron “es como una Operación Triunfo, pero de chistes y duermes en tu casa” y eran castings abiertos en un teatro, con público, y podías hacer lo que querías. Yo escribí mi primer monólogo, antes no había escrito nada, tenía un chiste central, al que le rodeabas con otros chistes, y fue muy natural, hablar, interactuar… Cuando escribes algo en tu casa y luego lo dices en un escenario y la gente se ríe, piensas “ostras esto es un poder muy grande, soy capaz de hacer reír donde yo quiero”.
¿Es fácil hacer reír?
No lo sé. No te puedo decir que sea difícil o fácil porque me sale. Hay un trabajo detrás, sí, pero hay como una materia prima detrás. Hay gente que me dice “yo no sé cómo eres capaz de estar ahí en el escenario, yo me moriría” y es que a mí verdaderamente me gusta, mi cuerpo me tira hacia ahí. Por supuesto, todo hay que trabajarlo y pulirlo, y en eso va tu carrera, que permanezcas en el tiempo o que sea una cosa pasajera.
¿Qué disfrutas más, como cómico, como presentador, como actor…?
Esa es la gran pregunta. ¿Qué quieres más, a papá o a mamá? Si yo después de veinte años de carrera no me he quedado con nada, eso es que me quedo con todo, porque si no habría cosas que habría dejado de hacer, o me hubiera volcado más en una cosa que en otra. Aquí no está muy bien visto, encasillar. A mí me gusta hacer todo, y quiero que sean mis limitaciones las que me digan lo que no tengo que hacer. Nada es incompatible, es más, creo que es bueno para los distintos trabajos. He sido guionista, he dirigido cosas, desde que empecé me ha gustado saber cómo funciona un control, la mezcladora, la cámara… Cuanto más entendemos nuestro trabajo, mejor podemos hacer nuestra profesión, o más la disfrutamos, tenemos más empatía.
Cuando el público salga de verte del espectáculo, ¿Cómo quieres que te recuerden?
Quiero que digan “qué bien nos lo hemos pasado. Cuando vuelva este chaval, volveré a verlo”. Me gustaría que la gente salga feliz.
Tal y como te vemos en el escenario… ¿Así es David Amor realmente o es un personaje?
Siempre es un personaje. Es una forma de ser trabajada, estudiada, calculada. Es un trabajo, al final. Como el que se sube se llama David Amor y se parece mucho a mí, porque soy yo, no es como si me disfrazase, o que te caracterizas. Estás interpretando un papel ahí encima, para que la gente se ría, a veces eres más tonto o más listo, y a lo mejor soy todo eso, pero no en ese momento. Es un papel que estás haciendo al servicio de la comedia. La razón es muy sencilla: si realmente fuera yo, el día que estuviera fastidiado o tuviese un mal día, se me notaría ahí encima, y yo eso no me lo puedo permitir. Yo tengo que hacer un personaje que está feliz, que está actuando para ti, que te está haciendo reír…
¿Y ninguna actuación, función, es igual?
No. Aun siendo el mismo texto, y que la variación pueda ser de un 2%, siempre hay algo distinto. De hecho, con este espectáculo siento que es muy de orfebrería, todo va muy mimado, muy bien colocado, es como hacer un reloj de alta precisión, que le dedicas mucho tiempo. Y esto es así por cómo es mi función, la forma en la que está pensada, por mi momento personal, por mi evolución en la comedia… No es un stand up clásico, no es una comedia de muchísima carcajada, no son chistes por línea, hay chistes y humor pero es otro tempo, es más narrativo.
¿Algún proyecto de futuro, además de este espectáculo?
El proyecto es intentarlo, como siempre. Llevo con el sueño en la cabeza de participar en una película desde hace mucho tiempo, retomar algo de televisión, un programa de entrevistas… Pero como es este mundillo… Estoy siempre ahí. El proyecto es intentarlo y estar ahí.