El cine siempre ha sido ese lugar recóndito en el que uno puede esconderse y ser feliz, sin necesidad de recurrir a algo más. Frases inspiradoras, envalentonadas y poderosas que infunden conocimientos y prácticas sociales. El cine es y será una escuela, un arte que habla de la condición humana y de la vida, que sirve para despojarse de prejuicios e infundirse un traje nuevo.
Pero esta función del séptimo arte no sería posible sin unos actores que dieran vida a unos personajes, sin unos directores que revelaran su concepción del mundo, sin unos productores que aportaran el dinero necesario para llevar a cabo el proyecto…en suma, el cine no sería cine sin el factor humano. Por ello, en estos tiempos de lucha humanitaria no está de más realzar recias declaraciones hechas por las personas del mundo del espectáculo, y que seguro que nos ayudan a aliviar el mal trago que estamos viviendo.
Hace relativamente poco tiempo visioné Manhattan de Woody Allen por primera vez, era una película que siempre había perseguido ver, pero nunca me había decidido, finalmente la vi. En aquella maravillosa historia en blanco y negro sobre el amor, el desamor, los sentimientos humanos. Una escena resplandece con luz propia, capaz de emocionar al más insensible. Woody Allen se pregunta: “¿Por qué vale la pena vivir? (…) hay varias cosas que valen la pena, mmm… yo diría Groucho Marx, Willie Mays, el segundo movimiento de la sinfonía de Júpiter, Louis Amstrong, la educación sentimental de Flaubert, Marlon Brando, Frank Sinatra (…) ¡Ah! Su cara, la cara de Tracy”.
Con este soliloquio, el genio neoyorquino enumera todas las aficiones, pasiones que le hacen vivir día tras día feliz e inspirado. Es por ello, que no hay mejor cosa que revisar aquello que nos gusta y dejar que nos acaricie emocionalmente.
Charles Chaplin, una de las estrellas del cine más famosas y sempiternas del séptimo arte dijo: “La vida es una obra de teatro que no permite ensayos… Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida… Antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos”. En efecto, esta lección de vida aunque sea obvia, no está de más recordarla y nadie mejor que él, un actor que ha pasado toda su vida entre bambalinas. Su frase es una invitación a vivir, a aplicar el Carpe diem como forma de existencia.
Todos recordaremos El club de los poetas muertos por el excelente e inspirador profesor interpretado por el fallecido Robin Williams. Sus frases fortalecían a los alumnos, les hacía viajar a lugares inhóspitos, en una forma de enseñanza atípica a nuestra concepción del estudio.
El film incluía este discurso: “No olviden que a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo (…) no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos”.
https://www.youtube.com/watch?v=CGHaoXd2L-c
Robin Williams: «La poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos”
Termino con una declaración de Audrey Hepburn, actriz de Desayuno con diamantes, que habla sobre la madurez y como la solidaridad debería ser una parte inherentemente importante de nosotros mismos: «Cuando te haces mayor te das cuenta de que tienes dos manos: una para ayudarte a ti misma, otra para ayudar a los demás».
Dejemos, ahora que tenemos tiempo, que la música, la pintura, el cine, la literatura sean nuestras alas hacia ese destino desconocido que es la vida.