Golfus de Roma es de esos musicales que, cuando sales de él, te hacen querer ser actor. La producción de Pentación, con la dirección de Daniel Anglès y Roger Julià, es todo un disfrute visual y auditivo para el espectador. Visual no tanto por su escenografía simple y alusiva sino por la multidisciplinariedad de su elenco. Auditivo por la colorida adaptación de la música de Stephen Sondheim bajo la dirección musical de Xavier Mestres.
De esa adaptación cinematográfica de 1966 de A Funny Thing Happened on the Way to the Forum con dirección Richard Lester, esta adaptación se viste con trajes circenses y guiones de festival.
El teatro es muy poderoso: puede generar muchas sensaciones, emociones, preguntas y conflictos. Y puede generar también algo muy valioso: felicidad. Y este es el objetivo que tenemos con este gran musical. Vivimos tiempos complejos, vidas intensas, momentos difíciles… así que vamos a reír. Con esa premisa vamos a trabajar todos estos meses. Queremos que esta loca farsa llena de maravillosos momentos musicales convierta el teatro en una fiesta. Así ha sido desde que se estrenó en Broadway, donde estuvo tres años ininterrumpidos en cartel. Su versión cinematográfica es un clásico de la comedia. Sus reposiciones con Nathan Lane y Whoopi Goldberg de protagonistas son míticas. Y recordamos con admiración la versión de Mario Gas con Javier Gurruchaga, que se estrenó en 1993 en el Teatro Apolo.
Han pasado los años y necesitábamos una versión para el siglo XXI. Tenía muy claro que quería que esta fuera mi primera comedia… cruzaba los dedos para que llegara el momento adecuado, y es éste. Ahora tenemos todos los elementos necesarios. Una comedia brillante con una partitura de lujo. Una gran estrella para liderar un reparto excepcional. Un equipo creativo absolutamente loco. Y una producción ambiciosa y generosa. Nuestro Golfus de Roma quiere ser también un homenaje a las compañías de cómicos que viajan por pueblos y ciudades con el único objetivo de hacer feliz a la gente, provocando la sonrisa riéndose de ellos mismos. Así que, con vuestro permiso, aquí nos tenéis. Dispuestos a todo.
Daniel Anglès, director
Su elenco, como dice una de sus letras, es dulce, elegante y grácil. No por su formalidad, que desde luego es un compendio de situaciones disparatadas, sino por cómo transmiten e interpretan sus personajes. Los papeles parece que están creados a medida para los actores que los interpretan, ya que todos encajan a la perfección y ninguno se queda sin su momento de gloria. El protagonista Pseudolus lo viste un Carlos Latre que se deja disfrutar de su personaje, incluyendo alguna imitación de las suyas y siendo el showman que es él. El actor se lanza a la piscina interpretando su primer papel en un musical, y estrena como protagonista. Lo borda, y el resto del reparto también. Diego Molero interpreta a un Senex muy golfus; Fran Capdet a Hysterium y sus nervios que casi se perciben en sus venas hinchadas; Eloi Gómez delicadamente se mete en la piel suave de Eros y cautiva, a mí me ganó desde que apareció por el pasillo; OriolO además de un payaso talentoso y el entertainer telonero, se muestra como Erronius; Meritxell Duró a Lycus, un personaje que no le podría ir mejor; Eva Diago carga el papel de Dómina, que se hace muy corto en escena y querríamos tenerla todo el tiempo, pero el personaje es el que es; Ana San Martín enamora al público con Philia; Íñigo Etayo encarna en su cuerpo, y qué mejor que él, al fuerte de Miles Gloriosus; y, por último, una mención al grupo de payasos y músicos que, además de llevar los acordes, son parte del argumento.
Golfus de Roma es la comedia musical de enredos a la romana. La historia se desarrolla en un mismo escenario, simple, sin palacios suntuosos, más bien contenedores y camiones que invitan al desarrollo imaginativo de la escena, que llama la atención que pueda contar tantos dramas, tantas mentiras de Pseudolus, con tan poca escenografía.
Destacar también la labor de maquillaje y peluquería que convierten a los actores en personajes ambiguos, peculiares y muy, muy circenses. Y un detalle que me encanta, y que conviene hacer una mención, es la inclusión de los músicos como personajes del espectáculo, incluyendo al propio director musical Xavier Mestres.
Por último, el sello de la dirección detallada de Anglès está presente en la obra en momentos como la presentación de las cortesanas de Casa Lycus, el elefante de Miles Gloriosus y el juego que da, o ese final carnavalesco. Daniel Anglès toca un musical y lo hace suyo. Y ese «hacer suyo» es hacerlo para que el público disfrute y se emocione como él en su trabajo.
Ya sea por ver un musical, por disfrutar de Carlos Latre, por ver una adaptación, o por reírse y despejarse, hay que ver Golfus de Roma en el Teatro La Latina tras su paso por Mérida. Una experiencia revitalizadora.
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