En la vida hay que saber hacer de todo. Debemos adaptarnos ante todas las circunstancias que se nos planteen. Debemos ser personas 3 60, capaces de enfrentarnos a cualquier situación.
Así, Jazz Vilá actor, director, productor y dramaturgo cubano, nos lo deja claro. Reconocido por sus actuaciones en largometrajes como “Juan de los muertos” o “El acompañante” y series como “Paquita Salas” nos ha demostrado que es posible saber hacer un poco de todo.
Como dice mucho Paquita Salas los artistas 360 son el futuro. ¿Sería Jazz Vilá uno de ellos?
Totalmente, yo creo que tuve esa conexión con Paquita desde que la ví. Hoy en día no solo lo diría de los artistas, sino en general de todo el mundo. Como no seas 3 60, no te reinventes y no tengas varias posibilidades, no tienes mercado.
Yo diría que los actores 3 60, en este caso, son como los renacentistas. Tienes a Leonardo Da Vinci, que era pintor, médico, escultor, inventor… Hoy en día el actor es un poco como yo. Yo actúo, pero si en un momento hay que escribir, escribo, dirijo, produzco. Tienes que ser un poco de todo porque si no te limitas muchísimo. Si no eres 3 60 y eres 180, estás a la mitad y si eres un ángulo de 90 grados, estás condenado al olvido.
Cuando trabajas como productor, ¿cómo es la experiencia de sentarse en la orilla opuesta?
Totalmente. Cuando eres productor es como cuando eres director, o sea, tú tienes la idea y es la que tiene que ser. Por ejemplo, cuando eres actor lo que tienes que hacer es aportar a la idea que alguien ya tiene.
Hay un guion que un director y un productor han escogido porque quieren decir algo. Tu misión como actor es entender lo que quieren decir y aportar algo desde tu creatividad. Hay que tener muy claro que es una idea para la que alguien te convocó o en la que tú te involucraste por determinada razón. Pero, al final siempre está en manos del productor y del director. Y esa es la gran diferencia. En una, tú defiendes la idea, en otra, tú aportas a la defensa de esa idea.
«Siempre trato de buscar eso, desde las cosas que escribo, hasta las cosas en las que me involucro. Tiene que haber esos dos elementos: universalidad y pasión»
¿Qué factores influyen para que decidas invertir en un espectáculo?
Primero tengo que darme cuenta de que quien lo está haciendo tenga pasión. Es el motor que luego hace que la voluntad, que es la continuidad y la que cuando vienen los momentos de dificultad se pueda seguir. Y eso únicamente deriva de la pasión, de que cuando tú estés contando la historia, digas “guau”. Que la cuentes y veas que la persona te la está narrando, te la está contando con su vida. Yo pienso que eso es la pasión.
Y lo segundo, pues tiene que haber algo donde te des cuenta de que va a tener un impacto. Ver y tener un poco ese sexto sentido. Nunca tienes la verdad suprema, pero, por ejemplo, cuando tienes un guion delante de ti, sabes que esto va a funcionar hasta aquí o piensas que directamente va a ser la bomba.
¿Y cómo consigues esa intuición?
Creo que es algo que te da un poco el tiempo. Pero no es el único factor, porque luego se tienen que juntar una serie de características que tienen que ver con que digas “Bueno, es que aquí hay algo más”. Y ese sentido es lo universal que pueda tener ese guion, porque al final entonces todo el mundo conecta.
“El Principito”, por ejemplo, nos llega a cualquier edad, porque al final la enseñanza la ve un niño, un adulto, un chino, un cubano… El mensaje debe tener un toque universal. Siempre trato de buscar eso, desde las cosas que escribo, hasta las cosas en las que me involucro. Tiene que haber esos dos elementos: universalidad y pasión.
Y ¿cómo consigues meterte en la piel del personaje?
Yo lo que trato es no de entender al personaje. Esto es una cosa muy curiosa que a través de los años he desarrollado como una técnica. No trato de entender al personaje, pero sí las circunstancias que lo rodean.
De hecho, hago una cosa muy curiosa cuando voy a estudiar el guion. Lo primero que hago es leérmelo completo para tener una línea general de lo que dice mi personaje. Pero lo que más leo y releo es el resto del guion donde no aparece. Lo hago porque no me interesa el cómo lo voy a hacer, sino el dónde está, porque el “cómo” surge una vez que yo esté ahí.
Doy bastante margen al hecho de dejarme llevar en el momento, de casi improvisar. El lugar y el momento me lo dan porque yo creo que uno tiene que entender las circunstancias. Si te pones a pensar al final es lo mismo que nos pasa como seres humanos. Por eso yo siempre divido entre actuación e interpretación. Interpretar es imbuirte en ello, actuar, es hacer lo que dice el guion, pero imbuirte es entenderlo.
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«Siempre divido entre actuación e interpretación. Interpretar es imbuirte en ello, actuar, es hacer lo que dice el guion, pero imbuirte es entenderlo»
Y en ese caso ¿prefieres hacer de bueno o de malo?
Me encantan los personajes malos. Porque en esa maldad que ellos irradian hacia afuera es correlativa con el nivel de vacío y de temores que tiene un personaje muy negativo, un personaje lleno de temores. El miedo es lo único que le lleva cometer actos así porque son actos de cobardía.
Y por ejemplo, en la película “El acompañante” hago de antagonista. Fue muy divertido porque yo salía del día del estreno y la gente no me conocía. Nadie sabía que era yo en la película, pero me pasa todo el tiempo.
«Dentro de ese mundo de fragilidad lo que nos ha conectado ha sido la cultura»
Y debido a la situación actual, el sector de la cultura es el que más se consume en todo el mundo ahora mismo. Y es un poco como una paradoja, porque hay como un gran consumismo, pero luego realmente no se invierte tanto en este sector.
La frase dice que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, pero yo creo que esa frase no es así. Una vez más te voy a convertir la paradoja y te la voy a cambiar, como en el hecho de la actuación. Yo creo que la gente sabe lo que tiene, pero cree que nunca lo va a perder.
El problema es que la gente no ve que el arte ayuda a despertar la sensibilidad del ser humano, ayuda a generar empatía. Porque, por ejemplo, mientras la pandemia estaba en China no nos importaba porque estaba lejos, pero nos llegó. Nos impactó de una manera que no esperábamos. Igual que con las guerras como son en Oriente Medio y como no nos afecta y como nuestras generaciones no han vivido un conflicto bélico, no le damos importancia. Pensamos que están lejos, pero al final este mundo, es mundo 3 60. Todo está globalizado e interconectado.
Ahora hemos visto lo frágil que es esa conexión. Y dentro de ese mundo de fragilidad lo que nos ha conectado ha sido la cultura. Hice un proyecto con la embajada española en Cuba que se llama “Cuando esto pase”, que es una cápsula pequeña y que tiene que ver con eso. Este es el momento de que todos entiendan lo importante que es esta situación, lo importante que es generar empatía, generar proyectos. Yo pienso que esto va a ayudar a que los proyectos que surjan ahora sean proyectos donde se trabaje más en el sentido de lo humano.
Hay que escuchar un poco más y hay que estar más con la gente. Y para eso, la cultura es el paso, porque la cultura es el lenguaje universal. Tú ves una película y tú te conectas desde cualquier parte del mundo con la historia.