Creo que en algún momento de nuestras vidas todos hemos jugado al «Yo nunca«. Pero por si acaso está leyendo esto algún despistado voy a dar una breve explicación. Se trata de un juego grupal, donde, por turnos se comienza por la frase «Yo nunca…» más una experiencia que nunca hayas realizado, si alguno de los participantes si ha realizado la acción descrita deberá beber, delatándose. Podría decirse que es el juego por excelencia de las previas antes de salir de fiesta (o al menos cuando se podía).
Pero la pregunta es si la gente realmente es sincera, porque por mucho que sean tus amigos puede que quieras guardarte algo para tu intimidad. Quizás este sea uno de los motivos por los que hay gente que rehúye de jugar a este tipo de cosas.
Es totalmente lícito querer guardarse cosas para uno mismo, pero creo que los sentimientos que provoca este juego no son más que un reflejo que lo que sienten las personas hoy en día. Vivimos en un mundo donde nos da miedo ser juzgados negativamente, porque a nadie le gusta escuchar cosas negativas sobre uno mismo, por eso mentimos.
Al hilo de esto que he dicho anteriormente, la gran mayoría de las personas que juegan a esto son adolescentes y la gran mayoría de las «confesiones» que suelen salir son sobre sexualidad. Entonces es normal y totalmente comprensible que de miedo ser sincero, porque con dieciséis, diecisiete, dieciocho años te importa lo que digan de ti y el que diga que no, miente.
¿Por qué da tanto miedo jugar?
Conseguir ser seguro de uno mismo y desechar las inseguridades es un camino largo y duro, en el que te puedes tropezar muchas veces. Pero es necesario continuar caminando para que no te afecte ni en tu día a día, ni con tus relaciones personales. Porque conocerse a uno mismo es necesario para dejar que los demás te conozcan.
El miedo que transmite este juego es un espejismo de como nos sentimos con nuestra propia persona. Si somos inseguros y tenemos miedo al rechazo o al «qué dirán» sentiremos que al «confesarnos» estaremos aportando información que puede volverse en nuestra contra y con la que nos pueden hacer daño. Pero es necesario dar un voto de confianza en algunas personas con las que sabemos que podemos contar y con las que podemos desahogarnos.
Aunque he de añadir que si un día te proponen jugar a este juego y no quieres, porque no te sientes cómodo o cómoda, nadie te obliga a jugar. Hazlo solo cuando realmente lo sientas y tengas la seguridad de que te da igual lo que la gente pueda llegar a decir de ti.
Foto encabezado: EL País