Paco Plaza rueda y rodará terror. Es su máxima. El director valenciano regresará a las pantallas en enero de 2022 con su último largometraje «La abuela», una historia escrita por Carlos Vermut sobre el temor al envejecimiento, producida por Apache Films y protagonizada por Almudena Amor y Vera Valdez, que ha presentado en la 54ª edición del Festival de Sitges.
Sinopsis
Susana tiene que dejar su vida en París trabajando como modelo para regresar a Madrid. Su abuela Pilar acaba de sufrir un derrame cerebral. Años atrás, cuando los padres de Susana murieron, su abuela la crió como si fuese su propia hija. Susana necesita encontrar a alguien que cuide de Pilar, pero lo que deberían ser solo unos días con su abuela, se acabarán convirtiendo en una terrorífica pesadilla.
Los dos personajes están muy bien creados y las actrices que los encarnan retractan de la forma más natural, y fantástica, las etapas de la vida en las que se encuentran, muy distantes entre ellas pero con los mismos temores. Almudena Amor tiene su primer papel en una película y no es precisamente el papel más sencillo que podría abordar, se trata de una persona que tiene que interactuar con otra persona que no habla y apenas se expresa. No solo encontramos en Almudena una actriz revelación portentosa, sino que personifica singularmente a una Susana inocente y víctima de su entorno. De compañera, Vera Valdez se mete en la piel, y nunca mejor dicho, de Pilar, una anciana a la que una hemorragia le hace ser parcialmente dependiente y necesitar la compañía de su nieta, un papel complejo por no tener un guion al uso.
Es una película para estar inquieto. No provoca el miedo para cortar la respiración pero sí regala a los espectadores el terror propio de Paco Plaza. Un terror basado en la tensión, en los giros inesperados y para ser disfrutado en una sala de cine, con unos efectos de sonido tremendamente cuidados y un diseño de producción perfecto para los pocos escenarios que tiene la película, aspecto que la hace más claustrofóbica y más terrorífica.
Esta colaboración entre Carlos Vermut como guionista y Paco Plaza con la dirección, la cual considera considera un placer porque «nace de lo personal, más que de lo profesional», es todo un acierto. La película es un cúmulo de momentos de agobio, como por ejemplo cuando suena el teléfono y Plaza nos deleita con un zoom in hacia el aparato del que no podemos escapar, o ese travelling out hacia la silla de la abuela.
– ¿Te ha pasado algo?
– No, sólo estoy muerta de miedo. Tengo miedo de estar volviéndome loca.
Si momentos del guion como este son los que adornan el relato, planos secuencia como el que finaliza con Susana llorando sin cesar son los que visten la historia de terror con capa. No es la película de Paco Plaza de más terror puro pero sí cumple con la función de disfrutar ante la pantalla y evadirse del mundo real para profundizar en el fantástico.
A pesar de que el director no referencie intencionadamente a otras películas, sí que percibimos un alto conocimiento y, sobre todo, amor por el cine de terror, que se refleja en homenajes a Psicosis cuando la abuela mira por la ventana, transportándonos al Bates Motel, o la forma de la boca abierta de los personajes en un calco a Scream.
Si la película tiene algo que no puede pasar por alto, es su mensaje. La reflexión del miedo al paso del tiempo, la personificación de la vejez como una posesión. El cine que invita a la reflexión es el cine que marca, el cine que se piensa. Desde luego, el vértigo a la muerte, la rapidez del paso del tiempo y la pérdida de los seres queridos son temas recurrentes en los pensamientos del ser humano y que están perfectamente retratados en «La abuela», que aproxima a la pregunta de ¿Por qué queremos aparentar tener una edad diferente a la que tenemos y no vivirla con la estima que merece?