Según un estudio realizado por Fundación Telefónica, los y las jóvenes españolas tienen una preferencia muy marcada a la hora de comunicarse a través de internet. Si bien las principales redes sociales como TikTok, Instagram y Facebook siguen siendo las más elegidas para el ocio y el esparcimiento, WhatsApp sale adelante en cuanto a comunicación cotidiana.
¿Por qué los jóvenes prefieren WhatsApp para comunicarse?
La comunicación digital destaca por su inmediatez. Las nuevas generaciones de usuarios, nativos de Internet, ya no sienten la necesidad de comunicarse de la misma manera que hace algunos años: la comunicación está siempre abierta, es inmediata y fluida. Por eso, las expectativas de los jóvenes, relacionadas con el empleo de las plataformas, responde a esa lógica.
Esto mismo puede comprobarse en el estudio de ExpressVPN sobre el uso y el significado de los emojis, y la capacidad de estos elementos gráficos para transmitir información no verbal, como la ironía y el sarcasmo. Por supuesto, esto también es válido en cuanto a la conveniencia de su empleo para transmitir emociones que un texto difícilmente tendrá la capacidad de transmitir en pocos caracteres.
La agilidad e inmediatez de la plataforma es la razón por la que WhatsApp se ha convertido en la plataforma más utilizada por los y las jóvenes de España. Esto indica el informe de Fundación Telefónica sobre los canales de comunicación digitales más elegidos: más del 90 % de los y las adolescentes consideran a WhatsApp como la plataforma imprescindible para comunicarse, tanto por su conveniencia como por no incluir otras funciones propias de una red social como Twitter o Instagram.
¿Por qué los jóvenes ya no quieren atender el teléfono?
En el estudio Generation mute, millenials phone call statistics, de la empresa BankMyCell, se conoció por primera vez por qué los jóvenes detestan las llamadas telefónicas: el 75 % de las y los encuestados afirman que las llamadas telefónicas les resultan engorrosas y les quitan demasiado tiempo. Por eso, el 81 % de los y las encuestadas sienten ansiedad antes de realizar una llamada telefónica.
El motivo de esta ansiedad parece encontrarse en la incapacidad de establecer las instancias de diálogo que permite la mensajería: cuándo hablar y cuándo callar, cuándo cortar la comunicación, y la posibilidad de leer y asimilar la información antes de responder (o no hacerlo), lo que la comunicación oral por llamada no admite.
Si bien los adolescentes presentan grandes deficiencias escritas por mensajería instantánea, han adoptado un lenguaje de redes propio: la mayoría escribe como habla, no emplea signos de puntuación de manera correcta o directamente no los utiliza en absoluto. Por otro lado, su velocidad de escritura es muy superior a la de los adultos: son capaces de superar a una persona de 40 años con una media de diez palabras extra por minuto.
¿Cómo afecta la comunicación inmediata a las relaciones familiares?
El uso de las aplicaciones de mensajería, con WhatsApp a la cabeza, han modificado de manera significativa los vínculos familiares. Esto afirma el estudio Confianza en la sociedad española de la Fundación BBVA. Según este, los encuentros presenciales entre las personas más cercanas han caído notablemente gracias a la comunicación instantánea.
En efecto, si bien el 80 % de los encuestados habla con familiares tres o más veces por semana, solo el 63 % visita presencialmente a familiares al menos una vez a la semana, frente al 74 % correspondiente a 2005. Todas las estadísticas apuntan a lo mismo: la calidad y el tiempo presencial entre adolescentes y adultos ha caído significativamente, y seguirá cayendo a medida que se profundice el desarrollo de la tecnología y la brecha generacional entre las nuevas formas de comunicación digital y las previas.
Conclusión
Si bien WhatsApp es la opción predilecta por los y las jóvenes españolas, su empleo ha modificado de manera significativa la forma en que estos se relacionan unos con otros y con sus familias. No solo porque ya no quieran atender el teléfono, sino porque la inmediatez de la comunicación vuelve obsoletas otras formas de relacionarse, lo que profundiza una brecha generacional cada vez más grande.