El pasado jueves 11 de febrero quedaba inaugurada la temporada de pasarelas internacionales con la New York Fashion Week 2016. Y qué ganas teníamos. Así, la Gran Manzana neoyorquina ha sacado sus mejores galas para acoger los nuevos diseños y tendencias que vestiremos la próxima temporada otoño/invierno. La pasarela no sólo daba la bienvenida a las creaciones de los alabados diseñadores, sino también a celebrities, fotógrafos, editores y blogueros -entre otros- , eso sí todos dispuestos a disfrutar de una jornada que se puede resumir en una sola palabra: moda. Entre idas y venidas de diseñadores y diseños sobre la pasarela más esperada, no podía faltar la aclamada Carolina Herrera y la elegancia y simplicidad que hasta ahora han caracterizado todas sus creaciones; y que son además dos de las razones por las que nos declaramos amantes de su insignia.
Así, una vez más, la venezolana ha vuelto a enamorar a su clientela más fiel y adicta a sus colecciones. En esta ocasión y al contrario que el año pasado, ha optado por looks cuyo principal protagonista es el minimalismo, resaltando la fuerza y el poder de la mujer, sin olvidar su feminidad, pero dejando a un lado los maquillajes especialmente llamativos y el exceso de complementos.
Siguiendo su canon de belleza, juega con la mezcla de tejidos muy diferentes –sin miedo alguno- dando lugar a fusiones impensables. Es así como superpone las gasas fluidas de faldas con partes superiores más pesadas como pieles. A pesar de la variedad de tejidos y la gama de colores empleada, los cuadros adoptan el papel de reyes y aparecen en infinidad de diseños como una evolución del típico cuadro escocés que tanto simboliza la llegada del invierno. La paleta de colores va desde el blanco –tono que la representa- pasando por buganvillas, grises, azules, negros y rosas y verdes pasteles. A pesar de estas tonalidades de carácter apagado, nos encontramos con una colección de lo más vibrante. Los lunares y el estampado floral, también se hacen un hueco entre las creaciones para recordarnos aquellas noches de verano dejadas ya en el olvido.
Herrera juega con todos los elementos que la rodean dando al conjunto una visión fresca y juvenil, y presenta la simbiosis de un espíritu femenino y seductor tanto para el día como para la noche.