El cine y la moda siempre han ido de la mano. Desde las primeras películas mudas y en blanco y negro, el vestuario que llevaban los actores era tan importante como los diálogos y escenas más brillantes del largometraje. Es a través del vestuario dónde conseguimos transportarnos a una época determinada y soñar con que esa maravillosa historia que estamos viendo puede hacerse realidad.
Desde el año 1948 se entrega en la Gala de los Óscar el premio al mejor diseño de vestuario dividida en Blanco y Negro y Color. Es por ello por lo que las dos primeras películas ganadoras en esta primera entrega fueron Juana de Arco en la categoría de Color (Víctor Fleming) y Hamlet en la de Blanco y Negro (Laurence Olivier).
Nosotros hemos querido reflejar la importancia del vestuario en el cine presentándoos tres ejemplos de películas de distinto género y año, con un vestuario maravilloso y qué han dejado su huella en el mundo de la moda actual.
Lo que el viento se llevó (1939): Walter Plunkett fue el creador del vestuario de esta gran película. Realizó más de 5.000 piezas prestando gran atención a todos los detalles. Como curiosidad, el vestido blanco y verde lucido por Vivien Leigh en una de sus primeras escenas quedó como el patrón de costura más vendido en EE UU durante la década posterior.
La importancia del color en los trajes no es casualidad. Los espectaculares vestidos de Scarlett O’Hara comienzan siendo claros y ligeros cuando es una joven despreocupada, pasan a ser de color intenso y con tejidos más “pesados” según va madurando y se van oscureciendo con las desgracias, terminando con un sobrio vestido negro en la escena final.
Desayuno con diamantes (1961): originariamente se el atribuye el mérito a Edith Hea como la creadora del vestuario de esta icónica película. Pero lo que muchos desconocen es que fue Hubert de Givenchy quién creó el vestuario para Holly, convirtiéndola en un icono de moda. ¿Qué sería de Audrey sin su vestido largo de satén negro, su gran collar de perlas, gafas y guantes negros?
Pero su sofisticación también queda reflejada en looks más sencillos como cuándo viste con una sudadera gris, pantalones vaqueros, bailarinas negras y un turbante en la cabeza o cuando tan solo le basta llevar una gabardina en color beige, gafas y turbante para deslumbrar en elegancia.
Otra de las piezas magníficas de Givenchy es el traje en seda de color rosa para reflejar la delicadeza e inocencia de su personaje.
Chicago (2002): Colleen Atwood es el artífice del vestuario cabaretero representado en esta película contemporánea. Se inspiró en el arte y el estilo de los años 20, incluyendo movimientos artísticos como el art deco, la Bauhaus y el cubismo para la elaboración de las piezas de la cinta. A todos les dio un aire envejecido, “usado” y aspecto de sucia para darle más realismo. E hizo una fuerte división de colores para los personajes femeninos protagonistas. Para Renée Zellweger escogió colores pálidos para mostrar su vulnerabilidad y para Catherine Zeta-Jones colores más agresivos acordes con su personaje.
Los flecos, el terciopelo, las lentejuelas, corpiños y bombachas en forma de corazón son algunos de los elementos más destacables de este vestuario.
Cómo habéis visto, muchos elementos que han formado parte indiscutible de estas tres grandes películas son actualmente tendencia: lentejuelas, gabardinas, pañuelos, pantalones tobilleros y tonos tierra. No es casualidad que el cine y la moda vayan de la mano en el transcurso de los años y nos marquen nuestra forma de vestir y de adaptar esas piezas en nuestro día a día.