El fin de los desfiles de Victoria Secret fue para la moda la ‘crónica de una muerte anunciada’. Según datos de la cadena estadounidense ABC, la audiencia había pasado de 10 millones en 2001 a 3,3 M en 2018. Una historia de pérdidas que se relacionan de forma estrecha con el auge del movimiento feminista que busca desexualizar la figura de la mujer. Por ello, ahora las firmas de lencería que más se están consumiendo son aquellas pensadas por y para la mujer, para que ella se sienta sexy y no para el disfrute de él.
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La lencería ahora piensa únicamente en ella, y por eso los sujetadores voluminosos y la copa incómoda han pasado a mejor vida. Se ha redefinido el concepto de lo que se considera ‘sensual’ y ahora triunfan las pasarelas como Fentyde Rihanna en la que se suben mujeres de todas las tallas para celebrar la inclusividad y la diversidad. De hecho, este confinamiento mientras que Victoria Secret sus ventas se redujeron un 63%, las de Fenty crecieron un 218%. Y es que ¿quién dice que solo las personas delgadas pueden sentirse sexys?
Todas queremos sentirnos sexys, aunque estemos en casa. Y esta nueva tendencia que promete llegar para quedarse no abandona el concepto de sensualidad relacionado con los encajes y las transparencias. Pero ambas están reflejadas en el minimalismo de los bralettes que se adaptan a la figura femenina como si no llevaras nada. Es cierto que las firmas como Fenty son un lujo, pero esta tendencia también la vemos en tiendas como Serendipity (Barcelona) donde por 55 euros puedes conseguir piezas únicas hechas además, a partir de una producción sostenible. “Por supuesto nos siguen pareciendo más sensuales las prendas que tengan transparencias o tiras colocadas de forma estratégica, pero ya no se busca aquella voluptuosidad de hace unos años, sino que destaca una mujer (con curvas o sin ellas) natural, cercana y segura de sí misma”, comenta la creadora de Serendipity, Carlotta Jurado para SModa.
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Ya dejamos atrás la época de llegar a casa y sentir el mayor placer de quitarte el sujetador. Los nuevos modelos de lencería ahora son como una segunda piel. Nos bajamos de los tacones, dejamos de usar los sujetadores que nos oprimían y disfrutamos de nuestra feminidad. Pero desde un punto cómodo para todas nosotras, pero no por ello menos sexy. El ideal de belleza de tener cuerpos imposibles que solo se hacen realidad a través de retoques de Photoshop ha quedado desterrado en la historia de una época que mejor dejar atrás.