Vivimos una época marcada por la tecnología. Una tecnología que nos dió paso a distintas plataformas de comunicación, las conocidas redes sociales. Unas aplicaciones que permiten que compartamos nuestras opiniones, ideologías, inclinaciones… Un lugar donde podemos debatir, informarnos, conocer el punto de vista del resto de personas.
Y aunque a primera vista parece ser el sitio ideal para poder aprender y conocer cosas nuevas, está muy lejos de la realidad. Cada día más las fake news se adentran en el sinfín de redes sociales disponibles. Y cada vez más, decidimos creernos todas las noticias que leemos. Pero ¿Por qué?
Hay un factor que hace que, en lugar de profundizar en la búsqueda del escrito, confiemos plenamente en su veracidad. La apelación a nuestras emociones. Según un estudio realizado por los psicólogos Ana P. Gantman, William J. Brady y Jay Van Bavel, los términos que apelan a lo que creemos que está bien o mal “son particularmente efectivos a la hora de capturar nuestra atención”.
Además, con el análisis de casi 50.000 tweets sobre tres temas trascendentes como son el control de armas, el matrimonio entre personas del mismo sexo y el cambio climático, llegaron a la conclusión de que tuvieron tanta repercusión por la utilización de expresiones emocionales o morales. Lo que quiere decir que, cuando se publica un tweet que busca una reacción en el lector, se deben introducir situaciones o apelaciones directas que hagan que el resto de personas formen parte de ello. Ya sea generando un sentimiento de pena, rabia, indignación, amor…
«Los términos que apelan a lo que creemos que está bien o mal “son particularmente efectivos a la hora de capturar nuestra atención”
De este modo, la utilización de hashtags también puede contribuir a esta tarea. Ya que, según diferentes estudios, las personas preferirán siempre aquellos referidos a la moral como “crimen”, “piedad” o “derecho”, a la emoción como “miedo”, “amor” o “llorar” o ambos a la vez “honor”, “abuso” o “despecho”. Todo influye a la hora de captar la atención de los lectores.
Apelar a nuestro lado más humano siempre funciona. Sea cual sea su objetivo pueden conseguir que sintamos empatía, tristeza o indignación. Porque por ejemplo, si nos indigna algo, sea cual sea la cuestión, no es necesario enfrentarnos a nadie, ni salir a manifestarnos, ni mucho menos escribir una larga carta al responsable exponiendo nuestras quejas, simplemente con un simple retuit lo podemos lograr.
Consiguen llevarnos a su terreno para crear enfrentamiento, dualidad o debate. Normalmente nunca lo hacen con el fin de iniciar una conversación en el que se respeten ambas opiniones. De hecho, es uno de los motivos que ayuda a entender que grandes personajes de la actualidad como Donald Trump dediquen tanto tiempo a Twitter. Soltar una barbaridad en esta red social le ayuda a marcar el debate: da igual que los mensajes sean de apoyo o en su contra, su objetivo es simplemente marcar la agenda y lo hace provocando la indignación y el enfrentamiento.
Es por ello, por lo que antes de contestar a cualquier incitación escrita que veamos en las redes sociales tengamos la capacidad de respirar durante 10 segundos. 10 segundos que nos permitan analizar fríamente la información que acabamos de recibir y seamos capaces de separar lo que es cierto de lo que es una mera falacia que intenta alterarnos.
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