Desde el 22 de octubre hasta el 15 de noviembre de 2020 Daniel Grao se mete en la piel del matemático Alan Turing para darle voz a su historia. Junto a Carlos Serrano y bajo la dirección de Claudio Tolcachir, ‘La máquina de Turing’ lleva a los Teatros del Canal una historia de genialidad e inocencia a partes iguales donde se nos presentará a la persona que había más allá del científico.
En esta obra se nos presenta a un personaje que cumple con todos los tópico de genio loco. Un hombre tartamudo y con una extraña obsesión por Blancanieves se presenta ante el espectador bajo una imagen de lo más entrañable e inocente, escondiendo tras esa apariencia alocada todo un genio que revolucionó la ciencia. Cargando a sus espaldas con el mérito de haber descifrado la máquina que hizo a los alemanes perder la Segunda Guerra Mundial, y siendo el promotor de la inteligencia artificial, Turing no tuvo pocos problemas a lo largo de su vida. Con ‘La máquina de Turing’ se rinde un homenaje a la complejidad de una mente eclipsada por los escándalos entorno a su persona y por su tan abrupto como tierno final.
El retrato que se realiza de la vida y obra del científico presenta, además, otra constante: el afán de su protagonista por querer humanizar las matemáticas. La obsesión con las máquinas pensantes le lleva a divagar sobre la posible capacidad de pensar y sentir de estos seres inertes. Este interés en ver a toda costa la emoción, dejando paso a los sentimientos entre tanto uso de la razón, ayudó a Turing a llegar lejos, pero también le trajo pésimas consecuencias en su vida personal: su homosexualidad en absoluto oculta y enormemente castigada en su contexto precedió la fama del genio por encima de su obra.
La inmersión en el papel de Turing que realiza Daniel Grao y el carácter polifacético de Carlos Serrano harán al espectador sumergirse de lleno en una historia de letras y números, de razón y corazón, de pureza y complejidad. Será inevitable empatizar con tan particular personaje, sentir frustración cuando se frustra, compartir y entender su éxito y falta de cordura como si de asunto propio se tratase. Un juego de luces y efectos (en sentido literal y figurado) que nos inmiscuirá a través de uno de esos casos donde tanto obra como vida son dignas de pasar a la historia. Alan Turing será, durante la hora y cuarto que dura la obra, ese extraño personaje que se mira con cariño desde la distancia, un genio tan peculiar que jamás llegó a ser del todo consciente de su magnitud, un hombre tan inocente que hasta su último acto estuvo impregnado de fantasía.