La música es una de las compañeras más fieles que podremos tener en nuestra vida. Allí donde vayas, siempre tendrás un compás, una melodía o un sonido que te recuerde que no estás solo, que te transporte a momentos de tu vida. En definitiva, la música lo es todo.
¿Te has parado a pensar alguna vez cómo sería nuestra vida sin música? ¿Cómo sería una fiesta sin música? ¿Y una boda? ¿Un momento de bajón sin alguna canción para subirte el ánimo? Realmente, nunca nos hemos planteado estas preguntas porque simplemente no podemos conocer un mundo sin canciones -y tampoco queremos-. Sería casi imposible no escuchar una melodía y no teletransportarnos a un momento, ser felices y olvidarnos de todo lo que nos rodea.
A veces las cosas que más nos aportan, son a las que menos importancia les damos. Eso mismo es un poco lo que pasa con la música, la tenemos tan aceptada en nuestra vida que, a veces, nos olvidamos de lo infravalorada que está. Si nos ponemos a analizarlo, ¿qué momentos importantes de nuestra historia no han estado acompañados de música? De hecho, incluso las tribus africanas crean sus propios cánticos para invocar a la lluvia. La Iglesia, con sus cantos gregorianos, cada nación, con su himno, la música siempre ha estado presente.
Hoy en día, gracias a nuestros teléfonos móviles y a las distintas plataformas, se nos ha facilitado la tarea. Tenemos la capacidad de llevar con nosotros a cualquier lugar la música, y esto, ha ampliado aún más su grado de implicación en nuestras vidas. Eso, por no hablar de cómo hemos asociado una canción a una persona, un lugar o un momento, y cómo es capaz de cambiarnos el ánimo. Triste o alegre, da igual, pero esa melodía nos relaja el alma.
Lo impresionante de la música es su capacidad de amoldarse a cada persona y estilo. Podemos encontrar ritmos diferentes, desde jazz, rock, pop, indie, reggaeton, rap, reggae… Da igual cómo seas, en algún lugar del mundo hay una canción que está hecha para ti, que refleja tus pensamientos y sentimientos. Esto es lo que más fascina de este mundo.
Valórala, quiérela, siéntela y vívela, porque la música siempre estará caminando de tu mano. Si no has tenido un buen día, no dudes en subirte el ánimo con tu canción favorita. O bien, machácate y llora, escucha esa letra triste que te rompe por dentro porque, ya sabes, nos gusta ser masoquistas.