¡Feliz año nuevo! Brindis, deseos inconfesables (todos sabemos que no se cumple aquello que se anhela en voz alta) y besos. No conocemos una alegría sin abrazos, un comienzo sin el calor de los que queremos. Más besos. Tu tío, el que siempre se hace el gracioso durante la cena reclama tu atención, «¡me falta mi beso!», así que «muac, muac», qué remedio. En aquel momento, despreocupados, ilusos e inocentes, no sabíamos que la nostalgia sería lo peor del 2020.
«¿En qué momento crees que gafaste tú el 2020?», mi amiga, siempre dispuesta a sacar unos chistes de toda desgracia, me asegura que tiene claro su momento. Empiezo a reflexionar; más allá del humor, la creencia de que una fuerza suprema nos castiga se expande. Sería una venganza poética de la naturaleza, eso no podemos negarlo. «El coronavirus, un virus, un agente infeccioso microscópico, es mandado por la madre Tierra para ver, si así somos capaces de advertir toda la contaminación evidente que mancha su cuerpo». Menudo titular.
En cualquier caso, cada uno tiene su religión y ahí no entramos en esta revista. Castigados realmente o no, muchos estuvimos horas mirando a la pared y también reflexionando acerca de nuestro comportamiento. Lo cierto es que la naturaleza es impredecible y nosotros somos un componente más del ciclo de la vida. Uno muy extendido y con mucho poder, o eso creíamos. Más que poder siempre hemos tenido miedo, así que, hemos controlado ríos, animales feroces y delimitado nuestro espacio. También hemos sido capaces de predecir altas temperaturas y posibles tormentas. Estábamos a salvo.
Pero no. Nunca podremos tenerlo todo bajo control porque nosotros no somos los que gobernamos, aunque diariamente juguemos a los presidentes. Así que, después de quejarnos del eterno enero y su cuesta, y renegar de San Valentín, en pleno marzo nos vimos confinados. Echando de menos constantemente, asustados por la incertidumbre. Todos deseábamos tener que escalar el primer mes del año y poder regalar rosas personalmente a las personas que queremos. Malditos quejicas.
De pronto, las redes sociales se llenaron de mensajes positivos. Todos vamos a cambiar y aprender de esto. La solidaridad será nuestro primer apellido. Y de los más tacaños y egocéntricos, el segundo. Todos valorábamos más que nunca las cosas más simples y mirábamos las fotos de Instagram acompañándolas con pequeños suspiros dramáticos. El mar, el gigante azul con autonomía propia que todo lo cura. El campo, esa alfombra verde que te devuelve la paz. La amistad, el amor, el contacto. Todo era increíble desde casa y, normalmente tras una pantalla.
Si algo he aprendido yo, es que no se puede generalizar. Aún así, osada de mí, afirmo que entre paredes (a menudo bien acondicionadas) la mayoría seguíamos creyéndonos invencibles (incluirte en una acusación es una demostración de humildad). Todo pasará. Todo va a pasar. Y, una vez que pisamos la calle, nostalgia, si te he visto no me acuerdo. Seguimos quejándonos, seguimos creyéndonos dueños hasta de nuestra suerte. Los ilusos que brindábamos en enero lo hemos vuelto a hacer por la nueva normalidad, igual de ilusos, pero con más sed y más exigencias. La vida nos debe un año.
Sin embargo, la realidad es que la nostalgia no es lo peor del 2020. La realidad es que no existe la normalidad en un mundo en constante cambio. Y, lo peor, desde luego, han sido las miles de muertes, las crisis sanitaria y económica. La crisis social. El miedo constante y la incertidumbre como sombra.
¿La conclusión? Es difícil decidir qué ha sido lo peor de este catastrófico 2020. Pero sabemos sin duda qué ha sido lo mejor. Los memes y los tweets ingeniosos, que de todo nos salvan.
COMO ESTA EL 2020 YO QUE USTEDE LE DARIA A LOS NIÑO LAS 12 UVA MU PELAITA MU PELAITA
— MALACARA (@malacarasev) August 18, 2020
Oye, ¿y si a 2021 quedamos todos en llamarle 2020 y nos hacemos los locos?.
— Reitx 🦂 (@raquelreitx) August 16, 2020
El 31 dic en vez de felicitarnos el año vamos a tener que darnos la enhorabuena por haber llegao https://t.co/EIHFYC0CAk
— M (@meeerchedes) August 13, 2020
No digo que sea el culpable de todos los males del 2020, pero este verano los Locoplaya todavía no han sacado tema
— Demo Peláez (@dpelagu) August 16, 2020
2020 es el ‘es imposible que eso pase’ que tantas veces hemos dicho
— emeight (@Emegallardo_) August 14, 2020
¿Te propusiste dejar de fumar el 1 de enero y no has podido? He venido para ayudarte.
— Mario Boss (@_mario_boss) August 14, 2020