Ir a ver la obra La Petite Mort en el Teatro Lara es asistir como voyeurs a los momentos más íntimos y vulnerables de Jeanne (y de nosotros mismos). Esos delirios de amor que dejan toda una vida en un segundo plano. Esa ansiedad entre llamada y llamada, el piloto automático entre encuentro y encuentro. Momentos sexuales que no creías posibles vivir y que te dejan llena de contradicciones emocionales.
La Petite Mort nos presenta a Jeanne, una exitosa diputada, abiertamente feminista, madre y divorciada, que en la intimidad vive una relación pasional con un amante mucho más joven… y casado. La pasión, el deseo y los petite morts (lo que los franceses definen como orgasmos) nublan su mente y cordura. Dejándola en una situación vulnerable y desnuda, de la que es plenamente consciente pero no puede (o no quiere) hacer nada para evitarlo.
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La obra de Eduardo Recabarren, una adaptación de la novela Passion Simple de Annie Ernaux, que nos transporta a París, pero no a cualquier París. La Petite Mort nos lleva a la Francia de las películas de la Nouvelle Vague. Todo un homenaje a su característica forma de entender la cultura, el amor y todas esas conversaciones filosóficas e intelectuales entre copa y copa de alcohol.
A través de su magistral monólogo, Natalie Pinot nos presenta EL debate. Un debate entre la mente racional y las emociones, entre la figura pública y la intimidad de la mujer, que convierte la obra en una montaña rusa de emociones para los espectadores. De la pasión a la amargura, de los grandes debates sobre la mujer a la locura de un amor no correspondido.
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Natalie Pinot nos hace bajar hasta los infiernos, al abismo emocional sin tapujos. Dirige nuestra atención, como una directora de orquesta, a todas sus emociones. Jugando con la luz (Aintzane Garreta), la música (Carlos Fesser), las canciones en francés (el idioma del amor por excelencia), sus risas y llantos.
En definitiva, La Petite Mort es todo un viaje emocional al que hay que estar dispuesto a embarcarse. Un viaje que no es para todos los públicos ni para todos los gustos, pero al que vale la pena adentrarse si estas dispuesto a llegar al fondo de las pasiones. A esas contradicciones entre lo que pensamos, defendemos y amamos.