Reconozco que no soy la persona que más está metida en política. ¿Por qué? Tampoco lo tengo muy claro. Sé que debería leer mucho más, atender mucho más y, sobre todo, aclarar alguna que otra cuestión que ronda por mi cabeza. No obstante, una cosa tengo clara, y es que para aclararme ni la televisión ni los mítines entran entre las primeras fuentes para documentarme.
Aprendo mucho más en conversaciones con amigos, con familiares, con estudiantes de política o algún que otro libro/artículo serio que he ido leyendo. Pero ¿de lo que dicen los políticos en televisión? No creo que sea la mejor forma de informarse sobre política, así, en general. La comunicación que dan está muy centrada en las campañas, aunque no haya ninguna más o menos cerca. Dirigida a su público, por supuesto, con sus frases estrella y discursos emotivos. Y si nos fijamos en las redes sociales… ¿consideramos serias las intervenciones de Trump en sus tweets?
La política internacional y nacional se parece más a un reality show. Donde unos personajes hacen y dejan de hacer, cambian las líneas del argumento y sus relaciones. Cada semana aparece un nuevo desafío a resolver. Y así una tras otra mientras los ciudadanos asistimos con palomitas a los devenires del Congreso.
¿El problema? Que algunos no se quedan sólo como espectadores y entran a formar parte de la historia. Entonces el debate del reality show sale de las pantallas y se convierte en amenazas reales.
La política nacional se parece más a un reality show, donde los ciudadanos asistimos con palomitas a los devenires del Congreso
La política, la gestión de la polis, es mucho más que riñas. Porque se trata de construir un lugar mejor donde convivir y mirar al futuro todos juntos aun con nuestras diferencias e intereses particulares. No obstante, si nos fijamos sólo en la televisión y la prensa, tanto los periodistas como las intervenciones de los políticos nos hacen creer que esa convivencia es de todo menos posible. Si bien cuando vivimos nuestro día a día, no siempre pensamos en la ideología de las personas que nos cruzamos. Y si lo hacemos no le damos tanta importancia.
Así parece que existen dos políticas, la mediática y la de la polis, la de las grandes historias y titulares y la que busca gestionar las situaciones reales. No digo que no puedan darse las dos a la vez, pero en los últimos tiempos parece que el reality show político está ganando más audiencia.