Hace poco leía un tuit que decía que, para esa persona, 2021 había sido un año en su primera parte y otro muy distinto en la segunda. Como si del repaso de Spotify se tratase, a raíz de ese tuit me puse a hacer análisis de mi 2021, y llegué a la conclusión de que el autor de esa afirmación no podía estar más acertado.
Para mí 2021 ha sido como dos temporadas de una misma serie: actores que permanecen, tramas que continúan y una evolución más o menos lineal del personaje principal. Sin embargo, como en todas las buenas series, no han faltado los giros de guion inesperados que han revolucionado el argumento y han incorporado nuevas variables a la trama, dando así más emoción a la situación.
«Me sorprende enormemente el poder del amor, pues muchos de los que acaban el año con plaza reservada en mi corazón, a principios del mismo no sabía siquiera de su existencia»
A principios de septiembre, al poco de arrancar la segunda temporada de este 2021, hablaba sobre el amor de mi vida, mis amigos. Sin duda, una de las piedras angulares de esta serie son ellos, eso es algo que permanece firme en todas las temporadas, y que como parte de la trama también está sujeto a evolución.
Si en la primera parte del año empezaba a ser consciente del valor de la amistad, en esta segunda temporada me he llevado la lección estrella: aprender a amar verdaderamente ese regalo. Echando la vista un poco atrás puedo ver realmente la magnitud de cada una de estas personas que tengo el gusto de llamar amigos, y me sorprende enormemente el poder del amor, pues muchos de los que acaban el año con plaza reservada en mi corazón, a principios del mismo no sabía siquiera de su existencia.
«Querer es una práctica que lleva tiempo, y lo poco que sé sobre ese arte me lo han enseñado en gran medida esas amistades que llevan años cociéndose a fuego lento»
Como dice la sevillana, el amor es un viento que igual viene que va. Con la amistad, como una de las manifestaciones más puras de amor, pasa un poco lo mismo. Por eso me sigue pareciendo un milagro que, por muchas temporadas que pasen, haya personas que permanezcan en mi vida con una fidelidad inquebrantable, con el mismo brillo en los ojos que el primer día, con quienes me sigue dando un vuelco el corazón cuando nos volvemos a ver.
Querer es una práctica que lleva tiempo, y lo poco que sé sobre ese arte me lo han enseñado en gran medida esas amistades que llevan años cociéndose a fuego lento, moldeándome el corazón para que quepa todo el amor que recibo, para que sepa acoger todo el que está por llegar. Gracias a este máster en paciencia que hacen conmigo, gracias a enseñarme a reconocer al amor por su nombre he sido capaz de identificar conexiones a lo largo de esta segunda temporada que hoy se traduce, también, en el matiz más bello de la amistad.
Si los de toda la vida me han enseñado a querer, los que acaban de llegar me han vuelto a demostrar que el amor es algo que cuanto más se reparte, más crece y más llena. De ellos he aprendido también algo que tenía como asignatura pendiente: la confianza. Abrir el corazón, compartir, delegar y, en definitiva, confiar en la otra persona es una de las facetas de la amistad que más trabajo me ha costado entender, y que en esta segunda temporada de 2021 me han presentado con cariño y generosidad, me han dado desinteresadamente para que en mi corazón brote el impulso de dar para ser aún más feliz, para querer mucho mejor.
«Quiero que la serie de mi vida sea de trama coral, que la verdadera estrella sea siempre la amistad»
Si la vida, mi vida, fuese una serie de verdad, mis amigos tendrían todos los premios posibles. Porque sin ellos no sería tan divertida esta aventura, porque sin sus lecciones es imposible evolucionar, porque de los de siempre aprendo a amar en la constancia, y de los que llegan aprendo otras nuevas formas de amar. El amor es un viento que igual viene que va, pero el amor es ante todo la expresión máxima de libertad. Por eso aprecio tanto a quien viene y se queda, a quien vuelca en mí su confianza y su cariño, a quien apuesta por formar parte de esta historia y renueva cada día su promesa (aunque podamos pasar semanas sin hablar). También aprecio enormemente a quien se va y deja su huella en la historia en forma de lección.
Mis amigos siguen siendo el amor de mi vida. De todas las temporadas que me quedan solo espero que nunca sea la historia de un personaje único, principal. Quiero que la serie de mi vida sea de trama coral, que la verdadera estrella sea siempre la amistad. Una amistad que es una puerta abierta, que no ata a nadie y que está en constante construcción. Una amistad que, a pesar de todo, siga gozando de la maravilla de la costumbre y la novedad, de un corazón que es moldeado por cada mano que cruza esa puerta para abrazarlo y educarlo, a los que agradezco que cada día sigan escogiéndome a mí para enseñarme el amor.