Vivimos con mucho miedo a pronunciar las palabras ‘te quiero’ e incluso a sonreír a la persona que nos gusta, por un rechazo. Pero ¿qué pasaría si el miedo de un día para otro muriese? Sí, habéis leído bien. Si desaparece, si se extingue, si nunca existiese. Ahora nadie tendría miedo, pero ¿seríamos más felices? Esa es la pregunta. Las cosas que no hacemos por miedo las lamentamos después: ‘¡que pena no haber besado a esa persona, no sabía como hacerlo, tenía miedo!’, pero deberíamos plantearnos saber quién es el miedo, por qué forma parte de nosotros y lo más importante dónde está.
Las cosas que no hacemos por miedo las lamentamos después
El origen del miedo se encuentra en el sistema límbico, donde residen las emociones. Obedece a un mecanismo hormonal que se desencadena en la amígdala central produciendo una reacción anestésica que prepara al sujeto para el peligro. Un peligro que quizás no existe, porque hay veces que tememos besar, o incluso, sonreír. Estamos atravesando una pandemia mundial a la cuál, le tenemos miedo. Sin embargo, durante el confinamiento no hemos tenido ese sentimiento: hemos cantado y reído por video llamada, hemos llorado viendo los telediarios, hemos aplaudido emocionados a las 8 en punto, sin embargo, el miedo parece que se había escondido y hasta meses después no lo hemos encontrado. Es como aquel jersey que guardas tan bien, que cuando vas en su busca, no sabes donde lo has metido -esto es muy de madre- pero realmente, nunca se fue, siempre ha estado ahí. En tu corazón, en tu cabeza, oculto entre tus sentimientos, el miedo nunca se va, el miedo, depende de ti.
Hay sentimientos que está bien escucharlos, hacerles caso, pero hay momentos en los que hay que curarlos, hay que sanar los sentimientos negativos para convertirlos en positivo. Se puede vencer al miedo con una sonrisa, con un beso o con una caricia. No es malo decir ‘te quiero’, sea correspondido o no, es algo positivo. Es bonito luchar hasta conseguir tus sueños, sin miedo a la negativa de tu familia, amigos o conocidos. Lo más importante es sonreír, sonreírle a la vida y dirigirla como queremos.
Se puede vencer al miedo con una sonrisa, con un beso o con una caricia.
La famosa frase: ‘Nunca pierdas la sonrisa’ no está formulada para cumplirla al pie de la letra, está para vivirla al pie de la letra. ¿Sabes por qué? Porque ahora nos han borrado la sonrisa, pero ella no se ha ido, es como el miedo, siempre está ahí. Hemos aprendido a sonreír con las miradas, comunicar con ella y vivir sin límites. Sin embargo, hay algo que no estás dejando respirar y es el miedo. Lo estas ahogando para sonreír más fuerte que nunca y él también quiere dedicarle una carcajada a tu vida, reírse de tus conflictos y brindarle un minuto a tu sonrisa para fusionarse y crear la sonrisa más duradera con miedo a que llegue el día que se tenga que despedir de ella para siempre y ya no exista el miedo, si no el recuerdo.