La voz humana, el nuevo mediometraje de Almodóvar, se estrena en España este miércoles 21 de octubre de la mano de las productoras El deseo y Wanda Films. Nosotros ya lo hemos visto, y te va a encantar.
Almodóvar le tenía ganas a Cocteau, el autor del texto homónimo en el que se “basa libremente” este mediometraje. Ya lo intentó con Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), pero resultó que la historia de la amada que espera ansiosa al amante se tornó en comedia y no en tragedia. Treinta años después, Tilda Swinton (Las crónicas de Narnia, Tenemos que hablar de Kevin) da vida a la misteriosa mujer sin nombre que creó Cocteau.
La voz humana es una historia de 30 minutos de agonía, espera, desesperación y deseo, si es que en la cinta existe alguna diferencia entre estas sensaciones. Una mujer (cuyo nombre no conocemos) lleva tres días en casa esperando la llamada de quien ha sido su pareja durante cuatro años. Él ha decidido romper su relación e irá en algún momento a la casa a recoger sus pertenencias.
De la mujer no sabemos gran cosa: ha dado mucho por esa relación, ha tenido que compartir al amante y ceder a sus deseos “animales”. Está muy enamorada (además de obsesionada) y debe tener algún trastorno o trauma relacionado con los cuchillos, a los que no tiene acceso dentro de la casa. Algunas frases del mediometraje nos dan a entender que puede haber tratado de suicidarse, como en la versión original.
Cuando la ansiada llamada se produce, la mujer se pasea por el apartamento llevando consigo en la cabeza la voz del amado. Y es que ha pasado casi un siglo del original, la mala cobertura parisina ya no tiene cabida, y la mujer utiliza auriculares inalámbricos para la llamada.
El mediometraje se centra en el monólogo en inglés de esa llamada, donde solo la escuchamos a ella, y supone además, la primera vez que Almodóvar trabaja en esta lengua. Como nos ha pasado a todos alguna vez, ella comienza la conversación con una férrea apariencia, pero termina desmoronándose y demostrando la realidad de esos días de espera. No ha salido casi a la calle, está viviendo un infierno, necesita una explicación e incluso ha llegado a tener pensamientos suicidas. Es un continuo canto a la desesperación, el precio a pagar por la intensa ley del deseo.
El perro de él, que permanece en la casa, es otro alma en pena que recorre cada rincón olfateando y echando de menos a su dueño. La voz humana es la de ella, pero el anhelo y la exasperación es la de ambos. Él debe llevárselo cuando venga a por las cosas, porque el perro no puede más, necesita estar con él. Es como si ambos, mujer y canino, fueran un mismo sentimiento duplicado, y ella tratara de liberarlo a él, como si así una parte de ella consiguiera irse con el amado.
Dentro del torbellino de sentimientos que es el mediometraje, puede que la soledad sea el más importante. Almodóvar no tiene ningún reparo en mostrar los entresijos del apartamento, en revelar que no tiene techo, que está dentro de una nave industrial que guarda recuerdos de otros rodajes. En mostrar, al fin y al cabo, que eso es un rodaje. En este caso, el encerramiento real del set es un lujo del que Almodóvar decide aprovecharse para incrementar la sensación de soledad. Desde el balcón se ve una pared de hormigón, lo mismo que a través de la puerta entreabierta de la entrada, e incluso se utiliza la nave como espacio exterior en un par de ocasiones. Cuánto más vacío y encerrado se vea el exterior, más solitaria será la casa, y más se ahogará la mujer.
La cinta, además, mantiene el tono y color del sello almodóvar. De hecho, la cocina del apartamento recuerda bastante a la de su otro corto, La concejala antropófaga (2009), donde también predominaban los tonos anaranjados. La armonía cromática se mantiene en casi todo momento, una gama bastante saturada, pero tan armoniosa que prestaría a poner el mute al audio y pasar los 30 minutos mirando las escenas, la iluminación y los colores. Esa armonía se centra casi siempre en los tonos verdes y rojos. Va vestida en esos mismos colores que concuerdan con dos vasijas, con el color de la pared y con el de las hojas y el de las flores en el fondo del plano.
El espectáculo de color continúa cuando dentro de toda esa armonía interrumpen otros colores como el naranja de la cocina o el azul del cuadro de dormitorio, Venus y cupido de Artemisia Gentileschi. La atmósfera de Almodóvar es tan elaborada, que hasta los cuadros tienen un porqué. En el salón podemos ver Héctor y Andrómaca de De Chirico, que posee un fuerte significado amoroso: La pareja se despide en ese mismo instante, cuando él parte a batirse en duelo con Aquiles, sabiendo que iba a morir.
La voz humana es una historia desgarradora y caótica en su argumento, pero sofisticada y elegante estéticamente hasta el más mínimo detalle. Sin querer desvelar todos los entresijos, os adelantamos que Almodóvar no ha seguido al pie de la letra el texto de Cocteau y que hay algunas variaciones en la trama propias del cambio de siglo y de mentalidad. Se estrena el miércoles 21 de octubre en toda España (a un precio reducido) y puedes buscar tu cine más cercano aquí.