El nombre de Icíar Bollaín ha conseguido hacerse un hueco en el panorama cinematográfico español. Gracias a sus historias reales, a sus intenciones sociales y a sus valores podemos disfrutar de un cine hecho para aprender y evolucionar. Gracias a su valentía a la hora de tratar temas tan duros, pero a la vez importantes, como la violencia de género, la inmigración o la dignidad humana sus películas se han convertido en algo necesario para los tiempos que corren. Analicemos más a fondo la carrera y el sentido de una cineasta capaz de todo.
Sus inicios estuvieron en frente de la cámara, ya que empezó como actriz en papeles de poco trasfondo. Tuvo mala suerte en la película El sur (1983) del director Víctor Erice, tampoco enamoró en su papel en la película Malaventura (1988) de Manuel Gutiérrez Aragón, ni cuajó con José Luis Cuerda en su película Tocando fondo (1993). Sin embargo, tuvo mejor suerte gracias a la dirección de su tío Juan Sebastián Bollaín en la película Las dos orillas (1996). Y también tuvo cierto éxito gracias a su participación en varios filmes de los cineastas Pablo Llorca, Felipe Vega y Ken Loach. Pero sin duda, Chus Gutiérrez fue la cineasta que más la marcó en sus inicios, ya que en la película Sublet (1991), vio como manejaba a todo un equipo para poder rodar la película. Ahí es cuando se propone la posibilidad de dirigir cine.
Más tarde crearía su propia productora de cine independiente y trabajaría como ayudante de dirección en varios proyectos hasta que finalmente rodó sus primeros cortos, Baja, corazón (1992) y Los amigos del muerto (1993). Ya aquí, en sus dos primeros trabajos muestra una importante característica de su técnica narrativa, la importancia de captar lo cotidiano. Porque Icíar Bollaín quiere acercar el cine, la pantalla al público, a personas reales, a las personas del día a día.
Si nos metemos un poco más de lleno en el significado de su obra vemos que lo cotidiano se mezcla con los gritos de varios problemas sociales que luchan por la igualdad y la dignidad. Además, Bollaín le da un papel fundamental a la mujer, abordando dichas cuestiones sociales desde su perspectiva, algo que muy pocos habían hecho hasta la fecha. La inmigración, la violencia o la desertización de zonas rurales son temas que podemos observar por ejemplo en su película Flores de otro mundo (1999).
Pero si hubiera que citar una película en la que Icíar Bollaín nos puso los pelos de punta esa es Te doy mis ojos (2003). Violencia, maltrato, vejación, respeto o dignidad. Todos temas muy candentes y que resultan ser una demoledora visión de la realidad.
Mataharis (2007) es otro filme que busca reflexionar acerca de la violencia de género y la tensión entre la vida personal y laboral. Destacar también su dirección en las películas También la lluvia (2010) y Katmandú, un espejo en el cielo (2011), Hazte extranjero (2013) o El olivo (2016). Filmes con los que consiguió posicionarse como una directora importante y reivindicativa, ya que siempre persigue la igualdad a través de imágenes duras pero que son cotidianas en la vida real.
Además, actualmente puedes ir al cine a disfrutar de su última película, La boda de Rosa (2020), una buena forma de empezar a descubrir el cine de Icíar Bollaín.
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