Quentin Tarantino es uno de los directores y guionistas más laureados del Hollywood. Sus películas se han convertido en obras de culto y el público le implora que no se retire nunca. Pero, ¿por qué funcionan tan bien los filmes de este cineasta? Podemos analizar dos parámetros fundamentales que Quentin Tarantino estudia al máximo a la hora de planificar sus historias: el contenido y la narración.
Teniendo en cuenta el contenido de sus películas se observa un clima de violencia que rodea todas sus tramas. Esta violencia, en muchos casos explicita y extrema, tiene su origen en uno de los temas fetiches del guionista, la venganza. Tarantino utiliza este sangriento recurso como una sátira hacia los temas sociales y arquetipos que denuncia en cada uno de sus filmes. El racismo es una idea que maneja habitualmente y que pone en denuncia para tratar de visibilizar un problema social. Igual ocurre con la discriminación y vejación a la mujer. En este caso, la violencia que proyecta hacia la figura femenina resulta exagerada, pero con la intención de sensibilizar al público. Y además, la delincuencia y la droga son cuestiones que inundan el metraje de sus películas. Quizá pueda parecer que hace apología a estas dos prácticas, pero el resultado es siempre el mismo, la condena de ambos delitos. Todos estos elementos se conjugan para crear un contenido muy fuerte, pero siempre con la intención de denunciar los problemas que vive la sociedad.
Por otro lado, resulta necesario analizar la técnica narrativa del cineasta que creció entre las estanterías rebosantes de un videoclub. Por un lado, fue el pionero que trabajó con la estructura no lineal en sus historias. Rompecabezas que no siguen el orden cronológico de la trama y que involucra al espectador para completar la película. Esta es una impronta que ha firmado en casi todos sus trabajos. Por otro lado, son de admirar sus guiones. Tanto los diálogos, como sobre todo los monólogos son muy atractivos. Tarantino utiliza muchísimo vocabulario y suelta ideas un tanto rocambolescas. Sus personajes dotan del ritmo adecuado a lo que el guionista escribe con un detalle asombroso. Es increíble lo que su cabeza es capaz de albergar. Se puede detectar que sus historias están dentro de un universo propio, como si fueran pequeños extractos que forman parte de ese mundo imaginario de Tarantino. Y por último, el cineasta utiliza de forma muy astuta ciertos recursos narrativos que enriquecen todo lo que vemos en pantalla. La variedad de planos en su registro es muy interesante, ya que toma ejemplo de sus influencias cinéfilas del spaghetti western. La música es también un factor clave en sus películas. En muchos casos es el propio director el que elige las canciones para sus proyectos, también influencias que ha adquirido a lo largo de toda su carrera. Otros recursos muy importantes para su cine son las escenas de baile, su fetichismo por los pies femeninos, su manía de aparecer en sus propios filmes, sus inteligentes mcguffins y las marcas ficticias que ha ido construyendo a lo largo de los años.
Si a todo esto le añadimos el gran reparto que logra fichar, su cuidada fotografía, las acertadas escenas de acción, el ritmo del metraje y, por supuesto, su amplia promoción conseguimos tener la mayoría de sus claves del éxito.
Ojalá Quentin Tarantino siga dando lecciones de escribir y dirigir cine, ojalá nos siga regalando auténticas joyas del séptimo arte.