Estamos en un mes muy complicado para algunas personas. Hemos pasado un mes donde la libertad se hace eco de cada uno de los rincones de nuestro conocimiento para expresar todos aquellos lazos que nos unen con propios y extraños. El pasado mes se celebraba la libertad de géneros, sin opción ni condición, porque es solo eso, libertad sin límites.
Tenemos que tener claro que vivimos en una sociedad limitada -sí, como las empresas- una sociedad donde todo tiene que tener nombre, lugar, fecha y hora. Una sociedad donde las etiquetas son lo más importante y los adjetivos las palabras que expresan una cualidad o cosa de ti. Qué mal vamos. Deberíamos centrarnos en amar, en querer y en luchar por nuestros derechos mucho más allá de limitaciones y barreras. Mucho más allá del sexo, el género o la condición.
»Vivimos en una sociedad limitada dónde las etiquetas son lo más importante»
Hay colectivos por los que se lucha por que es necesario y otros por los que no es necesario. Si existe una lucha constante por la inclusión e integración de derechos y apoyo, es porque es necesario. No solo el colectivo LGTBIQ+ lucha por la igualdad de derechos sin condición, también, el colectivo feminista por la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres y todos con un fin común, llegar a la libertad total, al extremo más difícil de un acantilado con caída libre.
Durante los últimos años, se ha normalizado la sexualidad por las calles de nuestro país. Ya nada es diferente. No se ve raro ver a dos chicos besándose o a dos chicas de la mano, incluso, ver a mujeres transexuales luchar por sus derechos como mujer, porque es lo normal, ser iguales y libres, es lo normal. Sin embargo, lo que no se ve son aquellas agresiones homófobas a chicos gays o violaciones a mujeres transexuales que se convierten en noticia de inmediato. ¿Alguna vez habéis escuchado en prensa que un hombre heterosexual ha sido violado por un grupo de mujeres? La violencia tiene un límite, la libertad no. Por ello, debemos mirar a nuestro alrededor y ver qué cosas hacemos bien y qué hacemos mal. Porque, hoy en día, no hemos cambiado nada. Maquillamos lo que no queremos ver y mentimos sobre lo que queremos ser.
»La violencia tiene un límite, la libertad no»
Algún día, llegará el momento en el que no sea necesario que los artistas de medio mundo decidan salir del armario y vivir libremente con su condición sexual. Ser LGTBIQ+ no será un requisito para encarnar un personaje de estas características en una serie de televisión y empezaremos a notar cierta normalidad. Porque, no sé si sabéis, lo normal no es lo que hemos visto de pequeños, lo normal es evolucionar y creer normal la realidad en la que vivimos.
¿Qué es ser normal y quienes somos nosotros para decidir lo que es ser normal? Vive tu vida y deja que los demás, vivan como sienten, como son y como les apetezca ser. No eres quién para juzgar con quién duerme, con quién se acuesta ni con quién pasa el resto de su vida, una persona. La vida es para vivirla y no para pasar media vida pensando que ‘lo normal’ es tu pensamiento. Porque lo normal es que te calles y respetes las decisiones que cada uno quiera tomar.