Están siendo meses duros para todos. Algunos lo habrán vivido más de cerca y otros de paso, pero a todos nos ha tocado de alguna manera este bicho y sus consecuencias arrolladoras que tantas cosas se han llevado por delante.
En materia económica (que sabemos que no es la más importante, aunque las decisiones de los gobiernos a veces así lo hagan creer) también hemos visto nuestra vida cambiar. Sin embargo, los pequeños comercios, las empresas familiares, los negocios de barrio y las PYMES, en general, han sido quienes más han visto acusada su estabilidad.
Y de esto nadie nos culpa. La mayoría de negocios se vieron obligados a cerrar al igual que nosotros nos manteníamos encerrados en casa, y parte de ellos no pudieron recuperarse de ese golpe en la reapertura. Algunos vuelven a hacerlo ahora, a paso lento, pero con esperanza, y en otras comunidades han tenido que volver a cerrar recientemente. La diferencia está en que en esta ocasión nosotros sí que tenemos en nuestra mano ayudarles.
Desde Hoy Magazine queremos hacer un llamamiento para ayudar a los hosteleros de nuestro país. Y es que, aunque sabemos que a nadie le gusta que juzguen por unos estereotipos, a los españoles se nos da de lujo salir a tomarnos algo. Además de hacerlo como nadie, nos encanta. Esa cervecita después de trabajar, el vermouth del domingo al solecito, ese botellín de pie en una barra con ese amigo al que hace tanto que no vemos, tomarnos la penúltima… Cómo nos gusta.
Tal vez siempre lo hemos sabido, pero nunca hemos sentido como ahora la cantidad de personas que viven de que nosotros sigamos haciendo esto. La hostelería, al igual que el turismo, es una de las actividades que sustentan nuestra economía, y aunque parte de ella esté pensada para los turistas extranjeros, también hay mucho negocio que fomentamos y demandamos nosotros mismos. Y ahora es momento de seguir haciéndolo.
Por supuesto, no pretendemos obligar a nadie que no se sienta cómodo o seguro en un entorno rodeado de gente, cada uno debe ir a su ritmo. Pero para aquellos que no veíamos el momento de abrir la puerta y quedar con nuestra gente en una terraza, este es momento de saber elegir y de hacerlo con cabeza.
Apoyar la hostelería no es salir a tomarte algo a cualquier sitio. Debemos de ser conscientes del sitio que elegimos, y de las consecuencias de nuestros actos. Los más sufridores de esta situación dentro de la hostelería han sido, como decíamos, los negocios familiares y locales, los pequeños bares y restaurantes de barrio independientes, que se sustentan con el trabajo incansable de una familia o de un dueño y sus trabajadores. Apoyar a la hostería y fomentar su recuperación pasa por elegir estos negocios por encima de otras franquicias que tienen miles de filiales alrededor del mundo y por encima de aquellos sitios que no cumplen las medidas de seguridad y anteponen su rentabilidad a la salud de todos, hasta la nuestra.
Y dentro de echar una mano a negocios independientes de magnates multimillonarios, os animamos a barrer para casa, sobre todo a aquellos que vivimos en barrios pequeños y de toda la vida, más que a las familias que viven en barrios residenciales donde no hay posibilidad de ocio cercano (si la hay, también es el momento de apoyarla).
Creemos que es importante no anteponer la rentabilidad a la salud, y a pesar de querer poner de nuestra parte, debemos exigir (y premiar con nuestra presencia) a aquellos que hacen el esfuerzo de ceñirse a las normativas, porque sabemos para que todos es más fácil poner una mesa de más o colar a uno más en un grupo. De esta manera, los propios dueños serán los primeros en preferir adecuar sus salas a lo legal, aunque solo sea viendo que el vecino que las sigue le está quitando la clientela. Si antes otorgábamos un valor añadido a lo bonito del sitio o a lo rico de sus entrantes, ahora debemos relacionarlo con la seguridad de todos.
Sin embargo, sabemos de sobra que estos puestos no han sido los únicos que han estado con el agua al cuello. Trabajadores de todos los sectores se han visto afectados por esta incipiente crisis, y no pretendemos hacer sentir culpable a alguien por no poder permitirse salir a cenar cada cierto tiempo o llevar a toda la familia consigo. Creemos que lo importante es poner todos un poco de nuestra parte y adecuar este acto de apoyo y generosidad a la situación individual. Debemos, igualmente, ser honestos con nosotros mismos ¿seguro que no puedo permitirme un refresco en el bar de abajo por ser un poco más caro que tomármelo en casa? La acción de una sola persona no hace mucho si es pequeña, pero sí tendrá su efecto si viene acompañada de otras tantas del mismo tamaño. Sería algo así como la máxima de “mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”, pero adaptándolo a un nivel menor.
No hace falta cambiar el mundo, sino dar un empujoncito al que tenemos al lado.