A veces, el caos de Gran Vía puede llegar incluso hasta sorprender. En una de sus calles, concretamente en la Calle la Reina, 37, el pop art decó reviste las paredes donde se produce la magia. Divertido, sonriente y especial; así es Juan Carlos Mesa, fundador y creador de la firma de moda española Maison Mesa. Con una trayectoria impresionante, el diseñador decide abrir las puertas de su casa a HOY Magazine.
¿Cómo nace Maison Mesa? ¿Cuál es su historia?
La verdad es que siempre he hecho mis propios desfiles de manera muy underground y siempre he estado rodeado de mis mejores amigos. Cuando entré en Agatha Ruiz de la Prada pensé que duraría muy poco. Pero he estado 15 años y todos y cada uno de ellos han sido maravillosos. Agatha te da vía libre para hacer lo que te dé la gana, así que puede que ese sea el secreto. Al principio, decidí llevar en paralelo mis propias colecciones, pero allí el trabajo es desbordante. Hay millones de cosas que hacer: novias, desfiles, teatro, ópera… Acabé centrándome única y exclusivamente a Agatha y aunque lo disfrutaba, tenía la espinita de no estar haciendo cosas que fueran al cien por cien mías. Esa necesidad con el paso del tiempo se fue haciendo más y más latente hasta que decidí lanzarme a la piscina siendo fiel a mi teoría de la maceta.
¿Tu teoría de la maceta?
Sí. Básicamente viene a decir que, si vas por la calle y te cae un macetazo en la cabeza, pueden pasar dos cosas: o que te mueras no habiendo hecho nada o que te mueras a gusto.
No me gusta quedarme con espinitas. Al final, uno se arrepiente más de lo que no hace que de lo que hace.
“Si vas por la calle y te cae un macetazo en la cabeza, pueden pasar dos cosas: o que te mueras no habiendo hecho nada o que te mueras a gusto”
¿Y Maison por qué?
Por un montón de razones. Para empezar, porque es mi casa. Al principio pensé en llamarme Mesa, pero aunque parezca inverosímil lo que te voy a contar, ya hay una marca registrada de confección que se llama Confecciones Mesa. Así que, me vi obligado a martillearme la cabeza pensando en cómo podría llamarme. Al tiempo, se me ocurrió lo de Maison. El humor absurdo siempre me ha gustado y el hecho de que sonoramente sea ‘Mesón Mesa’ me pareció muy gracioso. Además, como estoy empezando, decidí destinar la mitad de mi casa al taller. Es literal: Maison Mesa, la casa de Mesa.
¿Y qué me podrías decir de la provocación?
¿De la provocación? Que me requetencanta (sonríe). En realidad, la provocación consiste en hacer lo que te gusta. No debemos olvidar que la provocación se halla en los ojos de quien la ve, no en los de quien la crea. Si una persona decide hacer algo, es porque le nace, no porque quiera provocar. Se trata de algo que quieres contar, que deseas expresar. Y eso a veces provoca. El problema (o no) es que, actualmente, provocar algo o a alguien es demasiado fácil. Vivimos en una era donde todo es demasiado políticamente correcto. Cualquier cosa que se salga de los parámetros preestablecidos, escandaliza.
Soy una persona a la que le gusta que le pongan etiquetas. Es curioso porque la mayoría piensa que es algo malo. Y ya no es que me guste que me pongan etiquetas, sino que me encanta que me pongan muchas. Todo ser humano tiene derecho a opinar sobre los demás. Enriquece. Cultiva.
La moda se divide en dos grandes grupos: los que piensan que la sencillez es la clave del éxito en la industria, y los que dicen que encontrar la elegancia en la extravagancia es mucho más satisfactorio, ¿de qué bando eres?
No podría escoger. Muchas veces pienso que soy demasiado clásico a la hora de diseñar. Hasta que no veo el estilismo acabado pienso que soy un rancio. Es como Miró. No me estoy comparando con él, ojo; pero todo el mundo sabe quién es: un pintor muy clásico y venerado por todo el mundo. Y siempre te vas a encontrar a la típica señora o al típico señor que te digan ‘pero si eso lo hace mi hijo con rotuladores’. Pues a mí me pasa igual. Soy clásico pero también muy vanguardista. A veces me enfrento a mujeres que me dicen que una prenda que he diseñado no es apta para salir a la calle porque está confeccionada con una muselina semitrasparente. ¡Como si eso fuera algo nuevo! Señora, que eso lo hizo Saint Laurent en los 70 y lo hacen las marcas low cost constantemente. Lo que diseño es clásico, el problema es que hay muchas personas que esos clásicos todavía no los han asumido.
Has trabajado para Delpozo y para Agatha Ruiz de la Prada; y también como estilista en televisión. Has diseñado para Blanco y Springfield y has sido profesor en el IED… ¡Has hecho millones de cosas!
¡He hecho muchísimas! (Ríe) Y siendo franco, no he hecho nada que me haya horrorizado. Nunca (jamás). Y todo me ha servido para aprender y me ha enriquecido profesional y personalmente. Estar con Agatha y Jesús Delpozo ha sido una de las cosas más maravillosas que me han pasado, porque era y soy fan. Eran mis ídolos. Imagínate el privilegio y el placer que ha supuesto para mí.
Ahora que lo dices, puede que por haber hecho tantas cosas, lo fusione todo a la hora de hacer mis propios desfiles. Para mí, es un mismo lenguaje: televisión, música… Lo más emocionante de todo es poder trasmitir y materializar todo aquello que tengo en la cabeza. Transformar la nada en algo es una de las cosas más extraordinarias que te pueden pasar. No tiene precio. Es indescriptible.
Hoy en día los lenguajes han cambiado. El lenguaje marketiriano de los 90’s ha desaparecido. Por suerte, los lenguajes de ahora son mucho más contemporáneos. El nuevo famoso del momento puede que sea tu vecino de abajo por un vídeo absurdo que se ha vuelto viral. Todo es mucho más global. Por eso los proyectos deben ser más redondos, y eso solo lo consigues juntando y mezclándolo todo.
”Lo que diseño es clásico, el problema es que hay muchas personas que esos clásicos todavía no los han asumido”
Si no me equivoco, es la primera vez que estás en el calendario de la MBFW Madrid, ¿qué ha supuesto para ti?
El último desfile que hice con Agatha coincidía con mi veinteavo aniversario de mi último desfile en Cibeles. Es mi hogar. Estaba muy nervioso pero, al mismo tiempo, tenía muchas ganas de volver. Regresar a casa con una firma que es cien por cien tuya es algo muy emocionante, pero también conlleva una gran responsabilidad.
No soy muy consciente de lo que pasa cuando todo está sucediendo a mi alrededor. Simplemente hago mi trabajo. Agatha me ha dicho que tengo mucho valor: he pasado de desfilar en París, de vestir a Miley Cyrus y de ganar una pasta, a empezar de cero. Y ya se sabe cómo son y cómo funcionan los primeros años. Pero como te he dicho, era una pulsión latente que se cocinaba en mi interior. Y a un deseo interno no puedes decirle que no. Me da igual fracasar. Si lo hago, que me quiten lo bailado.
Hablemos de la última colección, Vampiras. ¿Qué intentabas trasmitir con ella?
Quería hacer un homenaje a la mujer. Soy muy fan de las películas del terror y, en general, de los 70 ‘s. Me apasiona el trabajo de Jesús Franco y vi una película suya que se llamaba ‘Las Vampiras’. Representa una idea de una persona que es eterna y que no está muy centrada en las tendencias porque es contemporánea y atemporal. Ella pertenece al pasado, pero decide vivir en el presente. Por consecuente, su estilo abarca todas esas épocas. Eso se adecúa al estilo de mujer que a mí me gusta. La que no se preocupa en exceso por la moda. Es una mujer fuerte, poderosa… Y el hecho de que en esta película no hubiera ningún hombre que viniera y le dijera: ‘toma guapa, aquí tienes el poder’ me parecía asombroso. Porque el poder lo tienen ellas. ¡En los 70’s! La figura masculina no existe. Creo que es muy interesante. El poder es onírico, sexual, minimalista, arrollador… Un mix de todo lo que me gusta. Un orden caótico.
Has dicho que pretendías hacerle un homenaje a la mujer. ¿Cómo es una mujer ideal en tu cabeza?
Entiendo a la mujer como alguien maravilloso sea como sea. Eso es fundamental. Tengo la sensación de que, muchas veces, se lucha por causas por las que no se debería de luchar, y luego, por lo importante de verdad no se lucha. Una mujer es divina por el simple hecho de que es una mujer. No hay que ser muy alta, ni muy guapa, ni la más delgada, ni la más inteligente, ni tener cinco brazos para ser maravillosa. Una de las gilipolleces más gordas que se escapa a mi capacidad de comprensión es esa obsesión que tiene la mujer por estar delgada. ¿Por qué lo hacen? ¿Por ser cómo una modelo? ¿Pero quién narices quiere ser como una modelo? ¿Quién quiere ser diez veces más alta que su novio? ¿Quién desea no tener pecho ni culo? ¿Quién quiere eso? Y lo más importante, ¿qué pareja quiere eso? No lo sé, pero todas se pelean por lo mismo. Es ridículo. Porque además, la gran mayoría se mata por tener una cintura de sesenta cuando a lo mejor tiene unos huesos de noventa. Se les olvida que pueden ser ideales tal y como son. Tengo otra teoría que me sirve para demostrar que esto que acabo de decir es verdad: todo el mundo tiene en su pandilla una amiga no muy agraciada que luego es la que más liga. Y si no la tiene, la conoce del grupo de al lado. A la más alta y a la más mona no la quiere nadie. En el caso de que quisieran a una modelo como novia, siempre querrán a la famosa. Porque quieren la fama, no el cuerpo. Los chicos no quieren una novia sin tetas, culo o que les saquen una cabeza. Y así es una modelo.
Yo las adoro, he de decir, pero porque adoro a todas las mujeres en sus diferentes formas, cuerpos, colores y pieles. No defiendo a las mujeres rollizas. No os equivoquéis. Defiendo a la mujer tal y como es. La que es gorda es gorda, la que es flaca es flaca, la que es coja es coja y la que tiene tres brazos, tiene tres brazos; no hay más. No pasa nada. Todo es ideal. Pero la gente tiene que dejar de echarle la culpa a las modelos porque ellas no han hecho nada. Están delgadas y sanas. No promueven la anorexia. Simplemente son así. Además, influye más en la sociedad una Miley Cyrus que una modelo. En la década de los 80’s puede, todo el mundo conocía sus nombres, eran famosas, conocidas, celebridades… Ahora nadie sabe cómo se llaman. Así que, que menos que dejarlas tranquilas.
“Una de las gilipolleces más gordas que se escapa a mi capacidad de comprensión es esa obsesión que tiene la mujer por estar delgada. ¿Por qué lo hacen? ¿Por ser cómo una modelo? ¿Pero quién narices quiere ser como una modelo?”
¿Por qué empezaste el desfile con una performance?
La película comienza así. Todo acaba redondeándose. La primera salida es una modelo con un tul negro y con un pañuelo rojo. La película comienza con una Vampira vestida de es manera haciendo una performance en un garito de los años 60’s. Soy fan incondicional de Dani Panullo. Me vuelve loco su trabajo y poder trabajar con él ha sido todo un deleite. Además, el trabajo de Lara Padilla es increíble. Me encanta todolo que hace. Me parecía una idea muy buena el poder hacer algo diferente con una protagonista, una artista que pudiera personalizar mi trabajo. Esos vestidos son restos de un desfile que celebré a principio de los 2000. En él, había 50 vestidos exactamente iguales con sus grabados, de color blanco, y con unos cortes geométricos maravillosos. La pasarela se basó en el pase de dos modelos que iban poniéndose un vestido detrás de otro, guardando referencias a la reproducción en serie. Los vestidos eran idénticos, muy básicos. Después de que pasaran los 50 vestidos, el desfile acababa con una performance de una mujer que se rajaba los pechos y se abalanzaba sobre los vestidos y los estampaba con su propio ADN (la sangre). Esos 50 vestidos pasaron de ser iguales a ser distintos. Por eso estaban seriados con su número y su grabado. Personalizas el producto estándar con tu ADN, eso es básicamente lo que hace una artista. Se enlazaba a la perfección con ‘Vampiras’. Tema de sangre, poder… ¿Y qué mejor forma de hacerlo que con el trabajo de Lara y con una performance de Dani? Soy megafan de ellos.
¿Qué importancia tiene invitar a famosos a tu desfile?
Tiene mucha. Cuanta más rostros conocidos acuden, más se habla de tu desfile. No estoy muy puesto en el tema, la verdad. Yo invito a mis amigos, ellos traen a gente interesante y a mí me parece genial.
¿Qué te ofrece o qué es lo que buscas en la moda?
Es sencillo: lo único que busco es contar la historia que yo quiero contar. En la moda me siento completo. El resto de cosas no me llenan como lo hace ella.
Ahora estamos en una etapa mucho más conservadora, ¿cómo crees que se vive la moda española?
Hay mejores cosas que nunca. Hay personas interesantes, innovación, diseño, personalidades… El problema está en que no hay mercado. En España todo se hace muy malamente. Es como los anuncios de las drogas, que parece que sí, pero no te terminan de convencer porque no están del todo bien hechos. En otros países los diseñadores cuentan con mercados de minorías. Nosotros eso no lo tenemos. Si una persona tiene mil euros, se comprará un Dior, no un Delpozo. Eso es algo que jamás haría un francés. Es un problema de todos. Un problema educacional.
“Si una persona tiene mil euros, se comprará un Dior, no un Delpozo. Eso es algo que jamás haría un francés. Es un problema de todos. Un problema educacional”
¿Crees que hay oportunidades para los jóvenes diseñadores?
Hay las mismas oportunidades que para nosotros, los veteranos: simplemente no hay. ¿Los viejos talentos viven de qué? ¿De qué viven los viejos talentos? Un diseñador español vende cuatro pingos. Pero, sin embargo, si preguntan cómo va la moda española, siempre responderemos que divinamente: ¿no has visto a Zara? Para los jóvenes hay las mismas oportunidades que siempre, ninguna.
Has vivido la situación desde una doble perspectiva. Has sido profesor, pero también alumno. Si tuvieras que darle un consejo a un futuro diseñador, ¿qué le dirías?
Que se deje llevar por su pasión y que se aguante con lo que venga. Esa es la realidad.
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