Iciar Bollaín sabe como arriesgar. La directora madrileña vuelve a la gran pantalla tras “La boda de Rosa” pero esta vez con una historia tan desgarradora como emocionante. En “Maixabel” conoceremos de primera mano la historia de una mujer que pierde a su marido a manos de ETA y de los hombres que llevaron a cabo el asesinato.
Sinopsis: Basada en hechos reales, “Maixabel” nos cuenta la historia de Maixabel Lasa (Blanca Portillo), que pierde en el año 2000 a su marido, Juan María Jaúregui, asesinado por ETA. Once años más tarde, recibe una petición insólita: uno de los asesinos ha pedido entrevistarse con ella en la cárcel de Nanclares de la Oca en Álava, en la que cumple condena tras haber roto sus lazos con la banda terrorista. A pesar de las dudas y del inmenso dolor, Maixabel Lasa accede a encontrarse cara a cara con las personas que acabaron a sangre fría con la vida de quien había sido su compañero desde los dieciséis años.
El duelo interpretativo entre Luis Tosar, que se pone en la piel de Etxezarreta, uno de los asesinos, y Blanca Portillo supone una clase magistral de dominio de guion, miradas y saber estar. Iciar Bollaín dirige a un elenco que demuestra su poder ante las cámaras y sobresalen en todas sus actuaciones (que no quede en el olvido el papel de María Cerezuela en el papel de hija de Maixabel que, desde su primera escena, pone el vello de punta). Seria de esperar que todos ellos consigan nominaciones a los principales premios de cine español de esta temporada, pues estamos ante una de las actuaciones más potentes del año.
Con una fotografía dirigida por Javier Aguirre que realza los tonos del País Vasco y se funde perfectamente con su estética y la narrativa del film, “Maixabel” consigue que todas sus escenas emanen una sensibilidad y una fuerza acordes a la dureza de la historia que nos presenta.
Su banda sonora, de Albert Iglesias acaba de perfeccionar el entorno en el que se mueven los personajes, los espacios por los que pasan y las conversaciones que mantienen.
“Maixabel” es una demostración, una vez más, por parte de Iciar Bollaín, de buen cine. La sensibilidad de la directora para contar la crudeza del dolor de las víctimas del terrorismo y como lidian con él consigue que el espectador empatice con todos sus personajes y llegue a entender sus motivaciones y su forma de ver la vida.