Ana es una chica que descubre en su treintena y tras la muerte de su madre que es fruto de una violación múltiple. Ante el desconcierto que le produce esta situación, Ana decide ir en búsqueda de los hombres que vejaron a su madre y darse a conocer ante ellos. Sin embargo, es imposible definirse cuando una misma no sabe quién es, y eso es lo que le ocurre a la protagonista de ‘Mapa de heridas’, la obra de Sergio Martínez Vila que llega a la Sala Cuarta Pared de Madrid.
La historia de Ana parece ser un impulso reaccionario consecuente a la noticia que le cae como un jarro de agua fría. Pero lejos de ser un viaje de venganza tardía a la memoria de su madre y al dolor del que ella misma procede, el periplo de Ana pasa a convertirse en una carrera sin rumbo en busca de su propia identidad. De pronto Ana ya no es Ana: Ana intenta ser su madre tratando de ponerse en su lugar ante esos hombres que tiempo atrás abusaron de ella, ante el padre que no es su padre, incluso ante ella misma. El resultado, la repetición continua de la pregunta que inunda la representación: ¿sabes quién soy?
Frágil como las botellas de cristal que componen la puesta en escena, el espectador se pone frente a frente una mujer cuyo drama trasciende el propio acto de la violación. Es un drama profundo y desconcertante, el drama del reconocimiento, o, más bien, de la falta de este. Las escenas se suceden una tras otra sin más certeza que la de no saber qué está ocurriendo ahí, aunque no es azaroso, es la exteriorización de la angustia que la protagonista siente, del desamparo ante un mundo que no sabe decirle quién es, de una mirada que la rehúye porque no tiene respuesta al vacío que ahora la conforma.
La apuesta de Sergio Martínez Vila y de su compañía La Madre del Cordero, encargada de la representación, es cuanto menos atrevida. En cierto modo, lo que hace la historia de Ana es desnudarse para exponernos y hacernos partícipes del dolor más desagradable que existe: el de la pérdida de identidad. A Lola, su madre, se la arrebataron cuando abusaron de ella (como tristemente se la siguen arrebatando aún a tantas y tantas mujeres), y a Ana cuando descubre la verdad. Es, precisamente, ella quien transmite el desasosiego al público y hace que se lo lleve consigo a casa. ‘Mapa de heridas’ invita a la reflexión desde dentro sin limitarse exclusivamente al drama social que supone la violación, sino a la brutalidad que deja la condena injusta de vivir el resto de la vida sin saber quién eres.