No es novedad que Marc Jacobs eche su mirada al pasado a la hora de buscar la inspiración que dé lugar a sus creaciones a lo largo de las últimas temporadas. Los 80 de Yves Saint Laurent, los 50 de Balenciaga… Pocas épocas no han sido traídas a la actualidad por el diseñador neoyorkino. Sin embargo, en esta ocasión, la historia a la que ha prestado atención no es ni más ni menos que la suya propia. Así, Jacobs ha retrocedido hasta sus primeros años como director creativo para mostrarnos sus nuevas propuestas.
Sobre una pasarela negra y con un acompañamiento musical de lo más dramático consistente en una melodía de violines en vivo, surgió de la oscuridad absoluta el look de apertura: un gran abrigo estilo capa de estampado animal, sobre una blusa de volantes y pantalones tipo sastre. Este look fue la más clara representación del estilo que seguirían el resto de piezas que se fueron descubriendo a continuación: grandes volúmenes y amplias siluetas, en las cuales podemos encontrar un pequeño guiño a las obras de Balenciaga.
Así, siguiendo el estilo que definió la primera etapa de Jacobs, esta colección transcurrió en su totalidad marcada por el gran protagonismo de este juego de volúmenes. Abrigos y capas de silueta cocoon –aquella en la que se curva la línea de los hombros, consiguiendo una curvatura que mantiene sus costuras ocultas–, variedad en los estampados –especialmente leopardo y Príncipe de Gales para las prendas anteriores, y flores para las opciones más delicadas– y vestidos de tul o repletos de plumas.
Más concretamente, la primera parte de esta colección está principalmente formada por abrigos, suéteres y trajes confeccionados en telas como el tartán de lana, el punto y el mohair. Eso sí, no faltaron los toques de originalidad tan propios de Marc Jacobs, esta vez más relajados, como los gorros con plumas y las botas altas.
La segunda parte, por el contrario, tuvo un carácter aún más elegante. Por la pasarela se fueron sucediendo amplios y voluminosos vestidos de fiesta de silueta en A y estampados florales, culminando en una serie de vestidos de distintos colores y repletos de plumas, al más puro estilo Cisne Negro.
Como punto final del desfile, la tenemos a ELLA: Christy Turlington. Motivada por su hija de 15 años y 25 años después de bajarse de las pasarelas, la top-model –una de las emblemáticas de los 90, junto a Naomi Campbell, Elle Mcpherson, Claudia Schiffer o Linda Evangelista– ha vuelto a desfilar de la mano de Marc Jacobs. No solamente eso, sino que fue la gran encargada de cerrar el desfile de la firma. Enfundada en un vestido largo repleto de plumas negras y unas botas altas, con un maquillaje totalmente natural –casi cara lavada–.
En definitiva, estamos ante una colección más pequeña de lo habitual, pero muy estudiada, tremendamente cuidada y con insinuaciones a la Alta Costura. No importa la inspiración que busque, el diseñador consigue traernos de nuevo una colección sublime.
Fuente de las imágenes: Imaxtree.
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