Los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid presentan La pasión de Yerma, una versión libre de Lola Blasco a partir de Yerma de Federico García Lorca.
Tradicionalmente Yerma ha sido leída prestando atención a la infertilidad de su protagonista, a lo que, sin duda, contribuye el carácter simbólico del nombre que su autor, Federico García Lorca, le dio. Yerma es, en el imaginario colectivo, “la seca”, como ella misma se autodenomina, “la marchita”. Sin embargo, el poeta andaluz va a dejar claro que, pese al título, el problema no reside en la mujer sino en el marido. ¿Es el problema de Yerma un problema de infertilidad o de pasión? “Los hombres tienen que gustar, muchacha. Han de deshacernos las trenzas y darnos de beber agua en su misma boca”, le dice la Vieja, “quizá por eso no hayas parido a tiempo” le dice. Y mientras Yerma se consume por dentro, se quema… Es, el suyo, un amor de los que duelen, un deseo de los que no se sacian, un padecimiento que solo acaba con la muerte, como acabaron los padecimientos de Cristo en la cruz.
En La pasión de Yerma se vuelve a profundizar en los conflictos que ya apuntara Lorca, adentrándose en la tensión entre deseo y moralidad, maternidad y muerte, género y poder, pero desde la libertad que nos ofrece una visión contemporánea. La dramaturgia se ha trabajado pensando más en el último Lorca, el de La casa de Bernarda Alba, de ahí que se haya dotado de mayor protagonismo a los personajes femeninos y a su universo privado.
Del mismo modo que la maternidad no puede ser entendida hoy en día como en el siglo pasado, en esta nueva versión del clásico nos planteamos los diferentes motivos que pueden llevar a estos personajes a desencadenar la tragedia porque, como ya demostrara en su día García Lorca, ni la honra más firme es capaz de sujetar las pasiones.