Comenzábamos el show, tras el plato fuerte de Suso que hubo en el de la semana anterior, viendo la cara de alivio de Marta al salvarse de la expulsión. Se quedaban, entonces, Han y Marina. La concursante fue la que tendría que coger las maletas y marcharse de Guadalix. Tras unos momentos de despedidas, tocaba disfrutar (entiéndase el sentido de la palabra) de la sorpresa que tendría lugar en esta duodécima gala.
Para esta semana, el tema para entretener al condumio consistió en ofrecer a cada concursante la posibilidad de ver a algún ser querido a cambio de un reto. Así, el Súper ofreció, por ejemplo, a Marta ver 2 minutos a su novio a cambio de su maleta, algo que la recién salvada aceptó. Maite regresó a Guadalix, una vez más, para reencontrarse con su hija que, a cambio, se encargará de la cocina de la casa desde ahora.
Han tuvo que decidir si era capaz de ver durante 2 minutos a sus familiares a cambio de contar 20.000 lentejas. Desconocemos la forma en la que Han piensa llegar a esa cantidad (puede ser difícil si recordamos cuando dijo que un lechón era “una lecha grande”), pero acabó aceptando la oferta. En aquellos instantes, uno estaba a punto de actuar como el niño alemán loco, a causa del ridículo ajeno que el concursante protagonizó, que nos convenció de que ver esta noche a Ramón García presentar otra gala en TVE no es tan patético, aunque vayan artistas enlatados de la era “Noche de fiesta” como David Bisbal, Tamara o María del Monte.
A Aritz le ofrecieron la misma oferta a cambio de quitarse el sombrero. Esto fue algo que, aunque a regañadientes, no fue un obstáculo para ver a Viky. Bueno, en este punto, la parte positiva del programa fue cuando, en los resúmenes, vimos cómo el amigo íntimo de Han recibía en el confesionario un espectacular tocadiscos portátil de madera.
Mudémonos al plató. “Que ahora no se ponga más chulasca que ná, que lo que tiene es ansiedáh”, decía Amanda, con Raquel, Suso y Carolina de camaradas. Allí llegó Marina, cuyo bebé de silicona dejó estupefacta a la presentadora. Lo cierto es que Marina no ha sido de los personajes polémicos en la casa, por lo que Milá no tuvo que reprocharle nada, al contrario de lo que tuvo que hacer la pasada semana.
La gala fue, por lo general, de relleno y poco interesante. Las audiencias lo demostraron, que hizo que se viera incluso menos que las noticias y mucho menos que Velvet. Quizás la curiosidad por ver si Ricky, Aritz o Marta se marchan la próxima semana levante más espectadores. Hasta la próxima.
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