Madrid, jueves, ocho y media de la tarde. En el aire se respira un ambiente diferente. No es que sea nuevo, pero si que extraño para los tiempos que corren. Una multitud, expectante y nerviosa (con mascarilla y espacio entre los grupos), espera a la entrada del Teatro Kamikaze. Es el estreno absoluto de Matar Cansa. Un texto de Santiago Loza, obra dirigida por Alberto Sabina y protagonizada por el conocido actor Jaime Lorente.
Matar Cansa es una obra atípica, inquietante. Que te atrapa y no puedes salir del universo de horror y fascinación que crea. Una oda al asesinato, al asesinato como arte, que te llega hasta las mismas entrañas.
Vamos entrando poco a poco, con todas las medidas sanitarias disponibles. Las luces se apagan. Todas menos una. Una tenue luz nos deja entrever a un nerviosos y emocionado Jaime Lorente que aparece de entre las butacas. Entonces su expresión se vuelve más dura y mira fijamente al foco que lo ilumina. Comienza el espectáculo.
En un principio todo es confuso, onírico. La relación entre narrador-asesino, personaje-actor es tan difusa que te atrae cada vez más. Entonces comienza la rabia, fuerza, gritos. El público está en un total silencio, hipnotizado. Hipnotizado por Jaime Lorente y toda la pasión que desprenden sus palabras, su personaje, o mejor dicho personajes.
“Existe de verdad un miedo a identificarse, a entender lo que está pensando” nos contaba unos días antes el actor en la rueda de prensa, cuando hablaba sobre identificarse con el asesino/fanático de la historia. “Pero no sólo miedo del actor, también miedo del propio espectador”.
Cómo con un monólogo, el sonido ambiente y el juego de luces y sombras puede la obra atraparte tanto. Matar Cansa termina con un momento álgido. Todas las emociones a flor de piel y de repente silencio, oscuridad. Y ese silencio se mantiene. El público sale poco a poco del shock, del trance. Poco a poco comienzan los aplausos. Cada vez más fuertes. Y entonces todo el Teatro Kamikaze estalla en gritos de jubilo. Una sensación bienestar nos invade a todos. Hemos vuelto al teatro en vivo, a la reacción en vivo de una multitud con ganas de disfrutar del arte compartido. Y Alberto Sabina, Jaime Lorente y todo el equipo de la obra lo han conseguido. Suben al escenario con las mascarillas mientras los aplausos se mantienen. Y Jaime Lorente vuelve a subir otra vez. Agradecido y con una gran sonrisa en su rostro.
“Volver al teatro es un gran regalo” confesaba el actor el martes. “Estoy muy agradecido de todo lo que me ha pasado en mi carrera como actor, pero volver al teatro, a un proyecto más artístico, personal y exigente ha sido todo un regalo”.