Hace varios meses que nos hemos acostumbrado al fenómeno mascarilla. El deporte no está exento de esta medida de protección tan necesaria. Sin embargo, hemos encontrado algunos mitos sobre su uso en nuestra en nuestra rutina deportiva.
«Es imposible», » Un agobio». Son dos de las frases más escuchadas sobre esto. Lo segundo: «Mi piel ha empeorado». Lo que peor se lleva es la sudoración y falta de transpiración en la piel. En especial para rostros con tendencia grasa. Los poros no respiran y la suciedad se acumula en el interior de nuestra piel, por lo que hay que cuidarla el doble. Esto es una verdad.
«El deporte se practica igual con o sin mascarilla». Mito. ¿Por qué? Porque al hacer deporte, nuestro cuerpo inhala más dióxido de carbono, por el trabajo que está realizando y la necesidad de aire. Al respirar así, generamos mucho más que queda «atrapado» dentro de la mascarilla y se genera un bucle entre esta inhalación y exhalación. A esto, sumar el esfuerzo de la actividad que estemos realizando. Por lo tanto la actividad física se ve dificultada y más intensa que de costumbre. No se respira bien y una adecuada respiración es imprescindible para cualquier deporte o ejercicio.
El campo de visión, ¿es el mismo? No. Con la mascarilla se recorta algo de la misma y facilita tropiezos y errores al no tener todos los sentidos correctamente controlados. Al fallar en la vista, se falla en la coordinación, lo que lleva a una ligera frustración y no disfrutar plenamente de lo que estamos haciendo.
¿Deporte en colectivo? La comunicación es importante en algunos deportes, aunque sólo sea ver el movimiento facial de nuestro compañero para llevar a cabo una determinada acción. No se disfruta igual, ya que la comunicación se verá muy obstaculizada.
¿Previene los contagios? Sí. Por esto mismo, por muy incómoda que sea, hemos de llevarla. Si estamos en casa, no es necesario para hacerlo en nuestro salón, obviamente. En un gimnasio también es obligatorio su uso, ya que nos cruzamos con personas, independientemente de la distancia de Seguridad.
Hay soluciones para todo. Si no estamos acostumbrados a hacer deporte y hemos elegido estas fechas, nos hemos equivocado y se nos hará cuesta arriba. Si por el contrario, somos personas que ya estamos acostumbradas a hacer deporte y al cabo de dos semanas no nos damos cuenta de que la llevamos, mucho mejor. En caso de agobio por esto, podemos ir poco a poco, acostumbrando a nuestra rutina deportiva con una nueva compañera, la mascarilla. Lo más importante es concienciarse y saber que su uso, por muy incómodo que sea, es necesario para protegernos a nosotros mismos y a los demás, reduciendo así el número de contagios.