Muriel Spark: la mujer que hay detrás de las historias

En 1918 nace en Edimburgo una mujer que, desde bien joven, tiene claro que su destino estará marcado por las palabras. Autora de una veintena de novelas de éxito, así como de una de las biografías más importantes de la escritora Mery Shelly, Muriel Spark tuvo que batirse contra las diversas adversidades que le puso la vida para convertirse, con éxito, en lo que siempre deseó: ser una escritora reconocida y vivir de ello. Así, detrás de las historias que nos regala en sus diversas novelas, se esconde la historia más apasionante de todas, la de su propia vida.

Educada en la escuela para chicas James Gillespie de Edimburgo, Muriel decide que quiere dedicar su vida a escribir y conseguir hacerse famosa con ello, y hacerlo más allá de las fronteras de su Edimburgo natal. Tras varios empleos que nada tenían que ver con su objetivo, aparece en su vida Sidney Oswald Spark, y con apenas 19 años contrae matrimonio con él bajo la promesa de una vida en el extranjero y con tiempo de sobra para dedicarse a escribir. Sin embargo, su cuento de hadas personal se ve truncado por la inestabilidad mental de su marido y la infelicidad que su matrimonio le provocaba. Así, en 1938 y con un hijo, frente a las cataratas de la Victoria en África, decidió abandonarlo todo y empezar de cero con su vida.

En 1944 tras conseguir escapar de África y aterrizar en Londres, llega a uno de los que será un hito en su carrera y en su vida personal, y que servirá de fuente de inspiración para alguna de sus novelas. En plena Segunda Guerra Mundial, Muriel Spark comienza a trabajar en el Ministerio de Asuntos Exteriores en Londres, concretamente, en una oficina de contraespionaje en la que su labor era infundir, desde una emisora de radio falsa, noticas inventadas con el fin de confundir a los alemanes. Así, la que posteriormente sería conocida como célebre escritora actuó, primero, como espía contra los nazis en el conflicto bélico mundial.

Su carrera como escritora comienza después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. Al principio su vida estuvo marcada por el hambre y las penurias, que poco a poco fue remontando gracias a los diferentes trabajos que fue cultivando en los diversos géneros literarios. Comenzó con la poesía y la crítica literaria, hasta el punto de convertirse en secretaria general de la Poetry Society y editoria de The Poetry Review en 1947. Pero este rumbo no terminaba de convencerle. Se atrevió, también, con las biografías, llegando a escribir una de las mejores biografías hasta el momento de la autora de Frankestein, Mery Shelly, titulada Child of Light (1951).

A pesar de todo, la vida de Muriel se ve truncada cuando comienza a padecer de problemas nerviosos y trastornos psicológicos a causa del consumo de Dexedrina, llegando a tener incluso alucinaciones con que T.S. Elliot y ella se comunicaban a través de un código. Afortunadamente, pudo recuperarse de este problema, dando así pistoletazo de salida a su carrera como novelista con obras como The Comforters o La entrometida, en la que expone una crítica al sector cultural y al machismo y clasismo imperante en la sociedad londinense de la posguerra mundial.

Su obra de mayor éxito fue The prime of Miss Jean Brodie (La plenitud de la señorita Brodie), publicada en 1961 y llevada al cine en 1964 de la mano de Ronald Neame y protagonizada por Maggie Smith, quien consiguió con ella el Oscar a Mejor Actriz. Fue, precisamente, esta obra la causante de que Muriel Spark recibiese la llamada del New Yorker y trasladase su vida a la Gran Ciudad. Contra todo pronóstico, la fama que siempre deseó se convirtió en un impedimento para su tarea profesional, y decidió cambiar su lugar de residencia a Roma. Experimentando en la capital italiana una sensación similar, consiguió escribir tres novelas más frecuentando en hospital Vita Salvatore Muneri, donde encontró la calma necesaria para entregarse a las musas.

En los años 70, Muriel Spark decide darle el giro definitivo a su vida y se traslada a la Toscana a casa de la escultora Penelope Jardine, quien se convertiría en su secretaria, fiel amiga y única heredera de su patrimonio y obra tras su muerte en 2006 (su relación con su hijo acabó mucho antes por cuestiones de religión). Así, Penelope se convierte en la propietaria de todo el material que Muriel Spark había estado guardando con especial ahínco desde que sufrió su problema nervioso a modo de prueba de veracidad de sus creaciones, sin saber que, cuando ella muriese, ese material inédito así como todos los borradores y manuscritos de sus obras pasarían a ser un tesoro preciado para sus admiradores y conocedores del valor que eso tenía y sigue teniendo en el mundo editorial.

Muriel Spark no solo nos deja el legado de una gran novelista y unas historias que han pasado ya a la posteridad, sino que se convirtió en el testimonio vivo de una mujer con los objetivos claros, dispuesta a arriesgarlo todo y cambiar su vida las veces que fuese necesarias con el único fin de apostar por su sueño. Y lo consiguió, pues hoy recordamos sus obras y la recordamos a ella como una mujer valiente y talentosa, una gran escritora que ha sabido hilar fino cada argumento de su vida, llevando esta trama al final feliz deseado: alcanzar la fama haciendo lo que mejor sabía hacer, contar historias.