¿Cuántas veces hemos pensado que no valemos para algo? ¿Cuántas otras hemos creído que no merecemos haber llegado y conseguido lo que hemos logrado? Si estas preguntas han rondado tu cabeza alguna vez puede entonces que tengas el “síndrome de la impostora”.
“A veces me despierto en la mañana antes de ir a un rodaje, y creo que no puedo hacer esto, que soy un fraude” decía de sí misma la actriz Kate Winslet. Pero no es la única mujer que ha dudado de sus capacidades para desarrollar su profesión.
La cantante Jennifer López declaraba que “a pesar de que he vendido 70 millones de discos, me siento como ‘yo no soy bueno en esto’, o Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook, que explicaba que “todavía hay días en que me despierto con la sensación de ser un fraude, no estoy segura de que deba estar donde estoy”.
Estos pensamientos se deben a la falta de autoestima para desempeñar un trabajo que tradicionalmente estaba ocupado mayormente por hombres. Esta sensación es la que los expertos denominan el síndrome de la impostora.
Según Jose A. M. Vela, sociólogo y doctorando en estudios Interdisciplinares de Género de la UAM, “el Síndrome de la Impostora responde a esta autopercepción por la cual una persona se ven menos cualificada para un puesto, cargo o desempeño dado, que sus compañeros”.
Todo ello se debe a una baja autoestima o una excesiva autoexigencia que provoca la necesidad de trabajar más y mejor para tener ese reconocimiento. De este modo, la persona que lo padezca entiende que no posee las capacidades adecuadas para llevar a cabo su trabajo. Así, cuando el resultado es positivo, lo relacionan con su esfuerzo extra y no por sus capacidades, lo que refuerza el síndrome.
» El Síndrome de la Impostora responde a esta autopercepción por la cual una persona se ven menos cualificada para un puesto, cargo o desempeño dado, que sus compañeros”
El síndrome de la impostora no es algo que aparezca de la noche a la mañana. Más bien se va desarrollando debido a una serie de situaciones que se van interiorizando a lo largo de la vida de una mujer.
“Hay una situación estadística que muestra esta tendencia y es que, a pesar de que las chicas terminan el bachillerato con mejores notas que los chicos en Matemáticas y Ciencias, son masivamente los chicos los que dedican estudiar ingenierías y carreras técnicas” según expone el experto Vela. Por ello, no se trata de un problema de cada mujer, sino más bien de una cuestión de estereotipos de género.
Se trata de un síndrome que puede provocar problemas gastrointestinales, jaquecas, tensión o dolor muscular, insomnio, apatía, conductas de desorden en los hábitos alimentarios… Por ello, hay que intentar marcar unos límites para no caer en un bucle negativo.
Se deben seguir una serie de consejos para poder superar el síndrome de la impostora. En primer lugar, se debe establecer una autoevaluación con las opiniones de terceras personas de nuestro entorno. Después debes preguntarte si coinciden con la visión que tenemos de nosotros mismos, ya que muchas veces esas terceras personas nos ayudan a darnos cuenta de nuestros valores y capacidades.
Por último, debemos darnos la oportunidad de competir y no dar algo por perdido antes de empezar. Tenemos que compartir nuestros temores para que así pierdan intensidad y nos demos cuenta de que posiblemente no son tan graves como pensábamos en un primer momento. De este modo, debemos aceptar los elogios y felicitaciones cuando conseguimos algo, porque realmente valemos para ello.